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¿Se puede considerar a la filosofía como un arte?



lunes, 28 de septiembre de 2009

Comentemos "el alma romántica".

El viajero de Caspar David Friedrich.



El yo heroico se puede apreciar en el desafío que hace el hombre a la naturaleza, su heroicidad es una causa perdida porque no podrá ganarla, pero él se enfrenta con la realidad para alcanzar aunque sea trágicamente, la inmortalidad.
El yo rebelde se percibe en la voluntad del hombre de que su poder personal esté por encima de todo y se alía con la fuerza sobrenatural de la naturaleza para alcanzar su fin, la inmortalidad dicha anteriormente.
El yo apasionado se transmite gracias a la posición del viajero, aunque está de espaldas el hecho de estar tan seguro en una situación como es estar en un acantilado demuestra su pasión por la naturaleza, un elemento que trasciende del individuo humano y que lo supera.
El yo desbordante queda totalmente caracterizado con la idealización de la naturaleza como lugar idílico difícil de encontrar en la vida real del día a día, en este aspecto, influye el campo de visión que tiene el viajero.
En la composición de los egos del alma romántica hay que valorar la pintura, sobretodo la textura de las nubes.


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Para empezar, el romanticismo es un movimiento filosófico-artístico que se genera en Europa a mediados del siglo XIX.

El romántico, frente al ilustrado -de mentalidad lógica y objetivista-, se convierte en pura subjetividad emotiva. La emoción y la sensibilidad prevalencen sobre la intelección.

El romántico es, ante todo, un nostálgico. O bien dirige la mirada a un pasado lejano e idealizado en que todo iba mejor, o vive del recuerdo de la felicidad perdida. Sin embargo, el alma romántica no desea evadir la tristeza, sino que la busca activamente, encerrándose en su propio desgarramiento.

Nostalgia y dolor por lo lejano son los sentimientos por los que los románticos son desgarrados en todas direcciones. Echan de menos la cercanía y sufren por su aislamiento de los hombres, pero al mismo tiempo los evitan y buscan con diligencia la lejanía y el desconsuelo. Sufren por su extrañamiento del mundo pero captan y quieren este extrañamiento.

Hauser.

En nada se refleja con mas claridad el desgarramiento de la subjetividad romántica como en su obsesión por la subjetividad particular. Este culto al yo se revela particularmente en el impulso irresistible que el romántico tiene por la introspección. Se trata de una manía de auto-observación y de la necesidad del héroe romántico de tomarse a si mismo como objeto de contemplación.

Se siente ajeno al mundo y estima que los asuntos interiores son de mayor importancia que los asuntos del mundo. Mas aún, el romántico busca lo irracional, el éxtasis, la superstición y lo ficticio y lo misterioso con el mismo ahínco que se pliega sobre si mismo. Siente gusto por lo macabro, lo oscuro, lo nocturno y lo ficticio.

Todo lo que se asocia a la subjetividad impera y la emoción triunfa sobre la intelección.

Tiende a presentar la subjetividad en conflicto o bien consigo misma como alma atormentada, o con otro sujeto, o circunstancia, que trunca el camino del alma romántica hacia la felicidad. El alma romántica se afirma en el obstáculo que se le presenta frente a la posibilidad de su plenitud. Se puede alegar que el alma romántica es aquella que sabe que pudo haber sido feliz y que mantiene una sostenida añoranza por lo que pudo tener. El recuerdo lastimero y la melancolía son rasgos de una consciencia cuya definición se encuentra en el reino de la posibilidad, y específicamente en un proyecto de felicidad que queda trunco. En fin, los románticos, consideran "todo lo lógico y definido como algo menos valioso que la posibilidad abierta y no consumada ." (Hauser)

El romántico es ocasionalista, es decir el mundo material es mera ocasión para que el pueda afirmar su subjetividad. Mientras mas insustancial el mundo mas concreta y vital es el alma romántica. Así también, el alma romántica trata a la naturaleza en función de sus estados anímicos, sicologizándola y quitándole así su independencia. Otras veces la naturaleza se afana en no reflejar el alma romántica. De todos modos, el mundo natural se define como el "no-yo." La naturaleza es en tanto que existe para la subjetividad individual por ello es doliente y empática, adversa y hostil o sencillamente indiferente al proyecto-pena del héroe romántico.

Según Hauser, el romanticismo es historicista. Para el romántico cada suceso está atado a una cadena de acontecimientos previos que lo explican o lo evocan. Así el futuro es anhelado como consecuencia natural de la situacion presente.

La conciencia histórica del artista romántico unida al particularismo que se asocia a la creación artística culmina en el culto al héroe dotado de talentos artísticos. El alma romántico es una especie de espíritu de contradicción, de oposición sentimental al estado de cosas. No obstante, el artista ve en este cuestionamiento del mundo su aportación a ese mismo mundo. 0 de otra manera, el mundo es en tanto se le presenta como conflicto al alma romántica, y en cuanto su genio puede elevar este conflicto al plano del arte.

Y esto es todo por hoy.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Vagando se me ocurrió que...

"La aventura no es peculiar a este caso, sino que es esencial y permanente. Cuando buscamos el ser de algo o su verdad, esto es, la cosa mismo y auténtica de que se trata, lo primero que hallamos siempre son sus ocultaciones, sus máscaras. Ya lo advirtió Heráclio: "La realidad se complace en ocultarse." El universo es, por lo pronto, un constante carnaval. Máscaras nos rodean. Los árboles no dejan ver el bosque, la fronda no deja ver el árbol y así sucesivamente. El ser, la cosa misma, es por esencia lo oculto, lo encubierto, el señor del antifaz. A la operación que nos lleva a encontrarlo bajo sus ocultaciones llamamos 'verificar' o adverar, más castizamente averiguar. Es hacer patente lo oculto, es desnudarlo de sus velos, des-cubrirlo. Y esa manera de estar algo ante nosotros nudificado es su 'verdad'. Por eso es redundacia hablar de la 'verdad desnuda'.
El fenómeno de la ocultación no es complicado. Consiste sencillamente, en que el ser de la cosa o, lo que es igual, la 'cosa misma', la cosa es su 'mismidad' -queda tapada por todo lo que tiene que ver con ella, pero no es ella. Y nosostros en el itinierario de nuestra mente hacia la 'cosa misma' comenzamos por tomar 'lo que tiene que ver' con ella como si fuese ella."

Ortega y Gasset, Apuntes sobre el pensamiento, su teurgia y su demiurgia,

en O.C., V, pág. 525.


La realidad puede ser considerada desde distintos puntos de vista, todos ellos justificables. Cada punto de vista ofrece una perspectiva única, irreductible e indispensable acerca del universo. Bien sea porque nuestras circunstancias ofrecen en cada caso una peculiar visión de lo real (la perspectiva como peculiaridad: Ortega y Gasset), bien porque nuestras necesidades de supervivencia han congelado determinadas perspectivas para hacer la vida más soportable (la absolutización de determinadas perspectivas para conservar la vida: Nietzsche), la verdad es una pluralidad de perspectivas.

No se trata de que se dé una verdad como composición caleidoscópica de diversos elementos, sino de resaltar con Nietzsche el carácter activo, creativo, artístico, que implica la verdad. La fuerza del conocimiento tiene esta condición vital. Se subraya así que con las palabras no se llega jamás a la verdad y la verdad pura, sin consecuencias, es totalmente inconcebible. El lenguaje expresa siempre una relación respecto a los hombres y la verdad; es la extrapolación de estas relaciones, que acaban siendo ilusiones.

Pero con ello se está resaltando asimismo la riqueza del devenir de lo que hay, que no se agota en un juicio fijo y definido y que siempre desborda las circunstancias de cada hombre. La perspectiva, en este sentido, pertenece a la estructura de lo real y es irreductible. Véase el siguiente texto:

"Cada vida es un punto de vista sobre el universo. En rigor, lo que ella ve no lo puede ver otra. Cada individuo -persona, pueblo, época- es un órgano insustituible para la conquista de la verdad. He aquí como ésta, que por sí misma es ajena a las variaciones históricas, adquiere una dimensión vital. (...)
La realidad, como un paisaje, tiene infinitas perspectivas, todas ella igualmente verídicas y auténticas. La sola perspectiva falsa es esa que pretende ser la única. Dicho de otra manera: lo falso es la utopía, la verdad no localizada, vista desde 'lugar ninguno'."

Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo en Obras Completas,

vol. III, págs. 199-201.

La cuestión de la verdad no es algo superfluo que se sobreañade a nuestros interrogantes, engrosando la lista de nuetsros problemas. Prescindir de ella no nos liberaría; antes al contrario, la verdad ha de ser leída como liberación, si bien ello no significa que no requiera nuestro esfuerzo por llegar a ser hombres: el hombre y la verdad no son los problemas enfrentados.

Hay, sin embargo, un modo corriente de presentar el tema de la verdad como primaria, y casi exclusivamente, referida al conocimiento. No decimos que no quepa esta lectura, pero la verdad tiene que ver igualmente con la realidad de las cosas (no en vano decimos: en realidad, de verdad...). Y, por otra parte, el conocimiento no es algo que constituya un mundo cerrado en sí sino que, en otro respecto, hay que considerarlo como una función y actividad del hombre y de la vida. Ha de redimirse en conocimiento a esta dimensión vital del hombre. Y, porque referido a ella, conocimiento y verdad no pueden sino jugar una determinada función, tanto en la dimensión ética inherente a la propia vida del hombre, como en su dimensión histórica y formativa.

El texto de Ortega y Gasset (el segundo), subraya el alcance de la verdad como una complejidad de relaciones. Sólo a través de diversas perspectivas, que corresponden al modo de ser de lo que realmente es y hay, es decir, de la realidad, podemos hacernos cargo de la verdad. Y, ahora, sólo mediante el estudio de diversos respectos podemos presentar la cuestión de la verdad, la verdad como cuestión. Así, curiosamente, para el estudio de la verdad, se impone la necesidad de que lo hagamos teniéndola en cuenta, desde diferentes perspectivas, desde diferentes circunstancias, que lo hagamos teniendo en cuenta, por tanto, lo que la verdad es.


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Para concluir. He de decir que yo no pertenezco a ninguna parte mas que a la mente de los que me leen y reflexionan con lo que leen. Habito ahí, donde se mezclan los sueños y las pesadillas. Donde no hay nada más que fantasías, planes de futuros y ni rastro de realidades ni presentes.

He cruzado miradas con algún que otro lector, sin obtener reconocimiento por su parte. Paso desapercibido allí donde voy. Por eso es que no soy de ninguna parte, no pertenezco a nada ni a nadie. No pertenezco.


Saludos y buena suerte, amigos.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Más de... ¿más?

¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su toquelado y que no son ahora ya consideradas como monedas sino como metal.


Nietzsche, "sobre verdad y mentira en sentido extramoral", Tecnos, 1990, pág.25

viernes, 11 de septiembre de 2009

Un poco de todo.

Pandora es la primera mujer. Hefesto (dios del fuego) la modeló a imagen y semejanza de los inmortales con la ayuda de Palas Atenea (diosa de la sabiduría). Zeus ordena su creación para castigar a la raza humana, porque Prometeo se había robado el fuego divino para dárselo a los hombres. Cada dios le otorgó a Pandora una cualidad como la belleza, la gracia, la persuasión y la habilidad manual, entre otras cosas; pero Hermes (mensajero de los dioses, e intérprete de la voluntad divina) puso en su corazón la mentira y la falacia.

Todo comienza cuando Zeus le entrega a Pandora una jarra para que se la lleve a Epimeteo (hermano de Prometeo). Esta contenía todos los males existentes, y por ende, se le prohíbe abrirla; sin embargo, Pandora -quien poseía una gran curiosidad- hace caso omiso de la orden de Zeus y abré la jarra. En ese momento, todos los males escapan y se alojan entre los hombres. Pandora asustada cierra la jarra dejando un solo elemento sin escapar, la Esperanza.

Lo que llama la atención es el porqué los antiguos griegos consideraban la esperanza como un mal. Si buscamos la definición de esperanza nos encontramos con que es "el hecho de desear que algo se cumpla". Pero, ¿qué podría haber de malo en desear algo y sentarse a esperar que ocurra? Bueno, de hecho, la máxima que se contrapone a la esperanza es: "Nadie puede hacer el trabajo por ti". Tú eres el constructor de tu propia vida. Es por esto que no podemos andar por la vida persiguiendo fantasmas para que cumplan nuestros deseos. Somos nosotros los que tenemos que trabajar para lograr nuestros objetivos.

Nadie dijo que la vida es fácil y a veces la esperanza pareciera ser la mejor forma de enfrentar una realidad no deseada. No obstante, luego nos encontraremos que la esperanza no es más que un recurso para evadir la realidad. Acaso, ¿no es malo escapar de la realidad hacia mundos irreales en lugar de luchar por hacer de tu vida algo extraordinario, algo que tu te mereces? Es por esto que la esperanza se contrapone a la voluntad, anulándola y ahogándola en un baño de irrealidad. La esperanza torna al hombre en un niño al no dejar que éste asuma el control de sus actos.

De esta forma, llegamos a la conclusión de que la esperanza es un estado de contemplación, es un estado pasivo y, por ende, dañino. Los seres humanos deben ser activos, y ser activos significa actuar con la fuerza de la voluntad.

Finalmente, la duda que surge es: si la esperanza fue el único mal que quedó dentro de la jarra después que Pandora la cierra, entonces, ¿quién fue el que liberó la esperanza de la "Caja de Pandora"?


Impresionante.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Saber más... ¿para servir mejor?


He vuelto, pero esta vez para hacerle el amor a la filosofía, a la filosofía occidental, porque donde esté Nietzsche, que se quiten el Ying y el Yang o el tantra o el mantra. Donde esté David Hume despertando a Kant "del sueño del dogmatismo" con su aguijón de actitud escéptica que se quiten todos los orientales.

Como decía Aristóteles, "éste es un saber sin utilidad, porque independientemente de lo que yo concluya, el sol seguirá haciendo lo que venía haciendo. Es un saber por el puro gusto del saber." Decía Sócrates que la filosofía era la preparación para la muerte, y que quien sabe vivir, sabe morir. Entonces, supongo que ya estoy en ese camino de preparación.

Nos planteamos: ¿qué puede hacerse para vivir mejor, para ser más felices? Aprendemos a controlar las pasiones en la búsqueda de valores más trascendentes, descubrimos que es más sabio dominarlos que dar rienda suelta a nuestras emociones.

El hombre está formado por cuerpo y espíritu, pero esto último es lo que nos hace más hombres, lo que nos diferencia de los otros animales. Para algunos pensadores importantes, la forma correcta de ser humano es dar preponderancia a nuestra parte espiritual en detrimento de nuestra parte animal. Controlándonos y dominándonos, es como crecemos espiritualmente, como más plenamente realizamos el ideal de ser humano.

La vida según la inteligencia, nos dice Aristóteles, es la que procura mayor felicidad, porque es vivir de acuerdo con lo más excelente que tiene el hombre.


Saludos a todos.