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¿Se puede considerar a la filosofía como un arte?



sábado, 26 de diciembre de 2009

El hombre no puede hablar del mundo nouménico.

El "mundo verdadero" sobre el que versa la Metafísica, el de las esencias, es ficticio e irreal. A juicio de Nietzsche, esta distinción metafísica entre el mundo real y el aparente, formulada por primera vez por la filosofía platónica, late también en la distinción kantiana entre fenómeno (mundo aparente) y noúmeno (mundo real).

Para Nietzsche, el mundo nouménico es algo sobre lo que no tiene sentido hablar, pues nuestro conocimieno no puede extenderse más allá de los fenómenos sensibles. No existe la cosa en sí, y si existiera no podría ser conocida. Sólo existe la realidad de los fenómenos, de las apariencias, única verdadera realidad. Para Nietzsche, hablar de un mundo real y un mundo aparente es un símbolo de decadencia.

El "mundo real" es pura ficción. El mundo tachado por la filosofía anterior como "mundo aparente", es el único que existe.

domingo, 13 de diciembre de 2009

No ser. No sentir. Sólo vivir.

Una habitación vacía. Una habitación vacía y una ventana abierta. En ese escenario encontraron el cadáver de mis ganas de saber. De mis ganas de saber más que nadie.

Pasé la noche con una copa en la mano, dándole vueltas al vino que había en ella, mirando el recorrido que hacía, amenazando con salirse. Me pregunté para qué quiere uno saber si no tiene a quién enseñarle lo que sabe. Al no encontrar respuesta, cerré el libro de filosofía contemporánea y me bebí de un trago lo que quedaba en la copa, apagué la luz y ya no quise saber nada más, nada más sobre nadie más.

Hoy pasé por delante de un espejo y no me vi reflejado, pensé soy un vampiro, pero recordé que ya no soy. Yo era ganas de saber. Yo era pasión por el saber. Yo ya no soy ni ganas, ni pasión, yo ya no soy.

Al final uno cumple años y el deber te resta tiempo para dedicarlo a aprender. Aprender. Hoy prefiero mirar atentamente como se consume un cigarrillo entre mis dedos. Hoy prefiero aprender a hacer anillos de humo. Hoy prefiero aprender a enredarme en alguna melena (o en algún pelo corto, suave).

Las cervezas bajan, una a una, al final uno más uno son siete, como dijo Fran Perea. Siete cervezas más tarde, con ninguna otra luz más que la del cigarrillo prendido, uno aprende que en la vida no se pierde ni se gana, se vive.

La cabeza dando vueltas. Cojo el coche, precaución. La playa está sola, a excepción de un par de amantes que hay por ahí dando vueltas. Me siento en la arena, con las rodillas flexionadas entre los brazos, mirando el mar. Entonces, me acuerdo, donde yo vivía también hay playas. Alucinantes. Nostalgia. Me faltó gente por conocer. A pesar de todo sé, que más allá de mis promesas, no volveré. No volveré porque no quiero salir de casa por la mañana y volver por la noche habiendo visitado todos los lugares mágicos, infestados de turistas o de simples extranjeros. Qué pena. Qué pena.

Hoy me apetece correr desnudo por la orilla de los placeres de la vida, de la vida de hoy:

1er placer. Bañarse de noche en la playa. Así mismo, con ropa y todo, dejando los efectos personales, me doy un chapuzón. Salgo. La ropa se pega a mi piel. No hace frío, simplemente me congelo. Sería estupendo estar ahora mismo en Fañabé.

2º placer. Acostarse bajo el cielo negro en la arena, para ver las estrellas. La arena pegándose a mi cuerpo y yo, como si nunca hubiese visto una, mirando fijamente al cielo, buscando la estrella que más brilla, para ponerle nombre. Me hubiese gustado estar en el Teide aquel 12 de agosto.

3er placer. Volver a casa escuchando Monk a todo volumen. Corriendo, sin pausas. Tarareando las canciones arañándome la garganta. Dejándome los pulmones en cada nota. Me hubiese gustado haber ido al Festival de Jazz.

4º placer. Volver a casa y que nadie te pida explicaciones. Callado, me quito los zapatos en la entrada. Me quito la camiseta en el salón. Pongo una lavadora de lo-que-sea. Enciendo el televisor para que me haga compañía, aunque lo que haya sea una película porno. Quizás en este punto ya he perdido el sentimiento nostálgico.

Estos son los placeres de hoy. Los que me han hecho ser más humano. Estos son los que me han devuelto las ganas. Las ganas de saber. Aunque me han quitado las de escribir. Porquería más porquería, no se acepta.

Recostando la cabeza sobre la almohada puedo recordar la ropa pegada a su piel, empapada. San Juan. No hubo forma de entablar una conversación con ella, nunca crucé ni una sola palabra con ella, pero allí estaba, mirándome fijamente desde lejos, mientras salía una palabra tras otra de mi boca. Así es que si algún día vuelvo, iré a buscarla, sólo volveré para buscarla y llevármela lejos, donde podamos conversar, a solas, sobre los placeres de la vida. Sobre el placer que es que pueda fijar mis ojos en los suyos sin incomodidades. El placer que es que pueda rozar sin querer su mano con la mía. Si algún día vuelvo, iré a buscarla.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Réquiem.

Estoy cansado.
Cansado de siempre lo mismo y nunca nada.
Al final, y como ya he dicho, todo se sabe.
No me llamo Bruno, no vivo en Barcelona,
no voy a la universidad, no tengo un blog.
Ya no soy. No quiero ser.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Al final, da la casualidad de que todo se sabe. ¿Qué son las casualidades? ¿Cruces de caminos en medio de vidas? ¿Qué es una vida? ¿Un recorrido que sirve para marcar la vida de otros y superarnos?

- Mendo:
Voy a huir, pero contigo.
- Magdalena:
¿Perdiste el juicio?
- Mendo:
Resuelto está, vive Dios.
Y si te parece mal, aquí mesmo este puñal,
nos dará muerte a los dos.
Primero lo hundiré en ti,
y te darñe muerte, sí,
¡Lo juro por Belcebú!,
y luego tú misma, tú,
hundes el acero en mi.

¿Qué somo más que ilusiones? ¿De qué nos nutrimos más que de emociones? ¿Por qué nos asusta darnos a conocer? ¿Acaso no tenemos todos la misma base: ilusiones, emociones, esperanzas...? ¿Por qué hay veces que aún sabiendo la verdad seguimos mintiéndonos? ¿De verdad podemos llegar a ser tan cobardes?

- Mendo:
¿Hoy también, viejo Clodulfo,
habrás de guardar silencio?
¿Hoy tampoco mis preguntas
habrán en tus labios eco?
¿Cuándo saldré de esta torre?
¿Pronto o tarde? ¿Vivo o muerto?
¿No sabré tampoco hoy
lo que con ansias espero?
[...]
- Magdalena:
¿Dónde está el que mi paz turba?
¿Dónde está que quiero vello?
¿Dónde está el que fue motivo
de los celos de Don Pero?
¿Es éste?
[...]
Pues escuchad: ante todos digo
que su muerte quiero,
que si importunóme vivo
no ha de importunarme muerto.
Yo juro que nada
ha sido nunca Don Mendo;
que él, que me escucha, responda
si digo verdad o miento.
[...]
Padre y Señor, ya lo oíste.
Ya lo escuchaste, don Pero.
Jamás mis labios le hablaron
jamás mis ojos le vieron:
para robar, escaló
la torre de mi aposento.
Ladrón, ladrón, no mereces
otro nombre y a él apelo.
¿Por qué la venganza? ¿Por qué acudimos a ella cuando estamos heridos? ¿Por qué fingir fuerza cuando nos derrumbamos? ¿Por qué darnos la vuelta ante los problemas y salir corriendo para que no nos alcancen?
Mendo:
[...]
¿Qué traidora mano vertió en tus entrañas
la negra semilla de los tristes celos?
-Azofaifa:
Mis ojos, Renato, que vieron los tuyos
y vieron los suyos y en ambos leyeron.
¡Ella te idolatra!
[...]
¡Te adora!
Lo he visto en sus ojos.
- Mendo:
(Si tal fuera cierto
que hermosa venganza matalla de amores.)
-Azofaifa:
Y tú...
[...]
¿Por qué me engañaste? ¿Por qué me dijiste
que en ti los amores y la fe habían muero?
¿Por qué me dijiste que esos labios rojos,
que me vuelven loca, no darían más besos?
¿Por qué me dijiste que tus ojos claros
nunca mirarían con loco deseo?
¿Por qué me dijiste que no me abrazabas
porque las traiciones tanto mal te hicieron,
que en huelga tanquila de brazos caídos
tus brazos nervudos por siempre cayeron?
¿Por qué me engañaste, Renato? Responde.
[...]
-Mendo:
[...]
¡Mora digna de mi amor
pero a quien no puedo amar,
porque un hálito traidor
heló en mi pecho una flor
aun antes de perfumar!...
[...]
No celes, que no es razón
celar, del que por su suerte
en una triste ocasión
por escapar de la muerte
dejó en prenda el corazón.
No celes del desgraciado
que sin merecer reproche
fue vilmente traicionado
y cambióse en media noche
por no ser emparedado.
Ni a ti ni a nadie he de amar.
Al final, todo se sabe. Al final, después de equivocarnos, cuando algo es verdadero, vuelve. Al final, somos capaces de perdonar. Al final, después de saberlo todo, después de intentar alejarnos de la verdad que nos duele y nos afecta, la aceptamos y la hacemos formar parte de nosotros mismo, haciéndonos crecer dos centímetros.
- Magdalena:
Pues eres asaz cortés
ven aquí, pulcro trovero,
que voy, postrada a tus pies,
a explicarte cómo es
el amor con que te quiero.
¿Has visto cómo la flor
cuando despunta la aurora
abre sus pétalos tiernos
buscando luz en las sombras?
Pues así mi boca busca
el aliento de tu boca.
[...]
¿Has visto cómo los ríos
buscan el mar con anhelo
para darle cuanto llevan
porque es el mar su deseo?
Pues así mis labios buscan
los suspiros de tu pecho.
[...]
-Mendo:
(viendo marchar a Magdalena)
¡Aborto de Satanás! ...
Dentro de poco sabrás
quién es el Marqués de Cabra,
que ahora me ha dado palabra
de matarte y morirás.
Mas qué es esto ¿es ilusión?...
La venganza de Don Mendo, Pedro Muñoz Seca.
(Excelente comedia)
A esta comedia me unen profundos lazos de admiración. Hace poco me la recomendó una compañera de blog, ya la había leido con anterioridad, pero volví a sacar el libro de la caja de mudanza aún sin vaciar, le quité el polvo y lo releí, nunca me cansaré de hacerlo, intuyo.
Para no ser interpretado como acentuadamente subjetivo, he de reconocer que el teatro de Muñoz Seca, leído o represetado hoy, ha perdido su frescura, su intención y su oportunidad. Don Pedro Muñoz Seca fue un demedido dominador del arte escénico excesivamente sometido a las coyunturas de su tiempo. Su teatro, alegre, divertido, a veces cruel, en ocasiones ingenuamente moralizante, se salva de las críticas más adversas. Los secretos de la comedia no existían para la pluma de Don Pedro.
De todas sus comedias, esta sobresale por su increible gracia y su texto casi perfecto. La perfección en toda su obra literaria es imposible y la cuasi perfección determina el logro más culminante.
Con esta comedia, Muñoz Seca alcanza el objetivo de todos cuantos se someten al aplauso del píblico. La inmortalidad; una inmortalidad avalada por el éxito ininterrumpido que le introduce cono todos los honores en el reducido espacio de los elegidos. Los clásicos.

martes, 10 de noviembre de 2009

Ser o no ser.

Hamlet.- ¡Ser o no ser: he aquí el problema! ¿Qué es más levantado para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante Fortuna, o tomar las armas contra un piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas? ¡Morir..., dormir; no más! ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término devotamente apetecible! ¡Morir..., dormir! ¡Dormir!... ¡Tal vez soñar! ¡Sí, ahí está el obsáculo! ¡Porque es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevenir en aquel sueño de la muerte, cuando nos han librado del torbellino de la vida! ¡He aquí la reflexión que da existencia tan larga al infortunio! Porque ¿quién aguantaría los ultrajes y desdenes del mundo, la injuria del opresor, la afrenta del soberbio, las congojas del amor desairado, las tardanzas de la justicia, las insolencias del poder y las vejaciones que el paciente mérito recibe del hombre digno, cuando uno mismo podía procurar su reposo con un simple estilete? ¿Quién querría llevar tan duras cargas, gemir y sudar bajo el peso de una vida afanosa, si no fuera por el temor de un algo, después de la muerte, esa ignorada región cuyos confines no vuelve a traspasar viajero alguno, temor que confunde nuestra voluntad y nos impulsa a soportar aquellos males que nos afligen, antes que lanzarnos a otros que desconocemos? Así la conciencia hace de todos nosostros unos cobardes; y así los primitivos matices de la resolución desmayan bajo los pálidos toques del pensamiento, y las empresas de mayores alientos e importancia, por esa consideración, tuercen su curso y dejan de tener nombre de acción... Pero ¡silencio!... ¡La hermosa Ofelia! Ninfa, en tus plegarias acuérdate de mis pecados.

domingo, 18 de octubre de 2009

¿Moral o Felicidad?


Como han señalado diferentes filósofos y psicólogos, o como quizá podríamos creer nosotros mismos a la luz de determinadas experiencias de nuestra vida, educación y cultura, la moral, o la ética, vendría a ser un modo de ornamento puesto a la vida, o una especie de pátina; cuando no simple moralina, represora además de la felicidad. En efecto, la moral, cabría pensarse, es constrictiva, impone renuncias, tiene poco que ver (si es que algo) con la tendencia a la felicidad; en una palabra, está asociada al sacrificio, limitando excesivamente la felicidad, o, a lo más, compatible con esa "felicidad" entendida como el bien moral honesto.

La felicidad, por otra parte, suele venir asociada a la idea de plena satisfacción de nuestras necesidades, a la realización, sin cortapisas, limitaciones o constricciones, de nuestros deseos; estrechamente emparentada, pues, con la alegría y el goce de la vida. Es decir, viene asociada con lo que suele asociarse la moral.

Sería por ello de interés debatir la relación entre moral y felicidad, en el sentido de si la moral da al traste con la felicidad, o al menos la dificulta sobremanera, y si la felicidad requiere estar libre de ataduras morales.


¿Van de la mano por la vida la felicidad y la moral?
¿Son contradictorias e incompatibles entre sí la moral y la felicidad, o bien sólo determinadas morales? ¿Pero son sostenibles y verdaderas las interpretaciones tanto de la moral como de la felicidad? De las teorías sobre la felicidad, ¿cuál, o cuáles, podrían parecernos las más "realistas" y en consonancia con la naturaleza del hombre? ¿Cómo cabría pensar una relación de compatibilidad, o incluso de complementariedad, entre la moral y la felicidad?


-

Ejemplo moral de Sócrates.

Suele darse una distancia, a veces muy grande, entre la moral mantenida de palabra y proclamada, bien por una sociedad, un grupo o un individuo, y la moral ejercida de hecho. Del dicho al hecho hay un gran trecho, señala el refrán. En cualquier caso, no siempre es fácil, antes bien, en ocasiones muy difícil, mantener efectivamente la moral proclamada.

Platón escribió un diálogo, titulado Critón, en el que podemos asistir a la reacción, deliberación y decisión que, ante la propuesta de un amigo, adoptó Sócrates, injustamente condenado a muerte por su ciudad y su leyes, y encarcelado en espera de ser ejecutada la sentencia. En vísperas ya de tomar la cicuta, su amigo Critón le ofrece la huída de la cárcel y de la ciudad, mediante el soborno de sus vigilantes, a fin de salvar su vida, si bien habría de huír a otra ciudad.

Critón apela, en su diálogo, con Sócrates, a lo injusto de la sentencia, a la obligacíón de Sócrates para con sus hijos, etc. Sócrates, por su parte, desatiende y rechaza la propuesta, apelando a su vez al conjunto de principios morales, tanto de carácter personal como social y político, amén de su atenencia a lo que le dicta su recta razón. No puedo rechazar ahora los razonamientos que en otro tiempo profesaba", "no se ha de tener en la mayor estima el vivi, sino el vivir bien, es decir, moralemente... Estas y otras consideraciones de no menor enjundia van engarzando la argumentación de Sócrates.

La gran brevedad del diálogo nos permite asistir de un tirón a esta representación del ejemplo socrático de una moral vivida hasta sus últimas consecuencias, según el relato de su discípulo Platón.


Y creo que... hasta aquí es todo cuanto tengo que decir.
Saludos y buena suerte, amigos.

martes, 13 de octubre de 2009

El mundo de las ideas.

En el libro VII de La República, Platón narra el conocido mito de la caverna, en el que intenta demostrar la validez de lo que hasta aquí se ha expuesto. Tratemos de imaginar que dentro de una caverna oscura hay unos hombres encadenados, orientados hacia la pared del fondo de la misma. En el lado opuesto, de espaldas a los encadenados, está la entrada por la que penetran los rayos de sol que proyectan la luz y las sombras sobre el fondo. Platón explica que la realidad auténtica para los encadenados serían sólo las sombras que han visto durante toda la vida proyectadas en la pared. Si uno de ellos fuera liberado de las cadenas y viera los rayos del sol, se daría cuenta de que la realidad no son las sombras sino aquello que se interpone entre la pared y la luz que penetra por la entrada. En el caso que intentara explicar todo ello a los encadenados, éstos posiblemente creerían que a raíz de su liberación el compañero se había vuelto loco y les resultaría difícil creer en la versión de los hechos explicada por el encadenado liberado.

Del mismo modo -afirma Platón-, el mundo que captamos a través de los sentidos es como las sombras que ven los encadenados. Sólo el alma sería capaz de ver la auténtica realidad, como así le courrió al preso liberado.

El alma nos libera de la apariencia a la que nos tienen sometidos los sentidos. El conocimiento es por tanto como una liberación de este mundo, el de los sentidos, y nos sitúa en el ámbito de la auténtica realidad: el mundo de las ideas.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Comentemos "el alma romántica".

El viajero de Caspar David Friedrich.



El yo heroico se puede apreciar en el desafío que hace el hombre a la naturaleza, su heroicidad es una causa perdida porque no podrá ganarla, pero él se enfrenta con la realidad para alcanzar aunque sea trágicamente, la inmortalidad.
El yo rebelde se percibe en la voluntad del hombre de que su poder personal esté por encima de todo y se alía con la fuerza sobrenatural de la naturaleza para alcanzar su fin, la inmortalidad dicha anteriormente.
El yo apasionado se transmite gracias a la posición del viajero, aunque está de espaldas el hecho de estar tan seguro en una situación como es estar en un acantilado demuestra su pasión por la naturaleza, un elemento que trasciende del individuo humano y que lo supera.
El yo desbordante queda totalmente caracterizado con la idealización de la naturaleza como lugar idílico difícil de encontrar en la vida real del día a día, en este aspecto, influye el campo de visión que tiene el viajero.
En la composición de los egos del alma romántica hay que valorar la pintura, sobretodo la textura de las nubes.


-


Para empezar, el romanticismo es un movimiento filosófico-artístico que se genera en Europa a mediados del siglo XIX.

El romántico, frente al ilustrado -de mentalidad lógica y objetivista-, se convierte en pura subjetividad emotiva. La emoción y la sensibilidad prevalencen sobre la intelección.

El romántico es, ante todo, un nostálgico. O bien dirige la mirada a un pasado lejano e idealizado en que todo iba mejor, o vive del recuerdo de la felicidad perdida. Sin embargo, el alma romántica no desea evadir la tristeza, sino que la busca activamente, encerrándose en su propio desgarramiento.

Nostalgia y dolor por lo lejano son los sentimientos por los que los románticos son desgarrados en todas direcciones. Echan de menos la cercanía y sufren por su aislamiento de los hombres, pero al mismo tiempo los evitan y buscan con diligencia la lejanía y el desconsuelo. Sufren por su extrañamiento del mundo pero captan y quieren este extrañamiento.

Hauser.

En nada se refleja con mas claridad el desgarramiento de la subjetividad romántica como en su obsesión por la subjetividad particular. Este culto al yo se revela particularmente en el impulso irresistible que el romántico tiene por la introspección. Se trata de una manía de auto-observación y de la necesidad del héroe romántico de tomarse a si mismo como objeto de contemplación.

Se siente ajeno al mundo y estima que los asuntos interiores son de mayor importancia que los asuntos del mundo. Mas aún, el romántico busca lo irracional, el éxtasis, la superstición y lo ficticio y lo misterioso con el mismo ahínco que se pliega sobre si mismo. Siente gusto por lo macabro, lo oscuro, lo nocturno y lo ficticio.

Todo lo que se asocia a la subjetividad impera y la emoción triunfa sobre la intelección.

Tiende a presentar la subjetividad en conflicto o bien consigo misma como alma atormentada, o con otro sujeto, o circunstancia, que trunca el camino del alma romántica hacia la felicidad. El alma romántica se afirma en el obstáculo que se le presenta frente a la posibilidad de su plenitud. Se puede alegar que el alma romántica es aquella que sabe que pudo haber sido feliz y que mantiene una sostenida añoranza por lo que pudo tener. El recuerdo lastimero y la melancolía son rasgos de una consciencia cuya definición se encuentra en el reino de la posibilidad, y específicamente en un proyecto de felicidad que queda trunco. En fin, los románticos, consideran "todo lo lógico y definido como algo menos valioso que la posibilidad abierta y no consumada ." (Hauser)

El romántico es ocasionalista, es decir el mundo material es mera ocasión para que el pueda afirmar su subjetividad. Mientras mas insustancial el mundo mas concreta y vital es el alma romántica. Así también, el alma romántica trata a la naturaleza en función de sus estados anímicos, sicologizándola y quitándole así su independencia. Otras veces la naturaleza se afana en no reflejar el alma romántica. De todos modos, el mundo natural se define como el "no-yo." La naturaleza es en tanto que existe para la subjetividad individual por ello es doliente y empática, adversa y hostil o sencillamente indiferente al proyecto-pena del héroe romántico.

Según Hauser, el romanticismo es historicista. Para el romántico cada suceso está atado a una cadena de acontecimientos previos que lo explican o lo evocan. Así el futuro es anhelado como consecuencia natural de la situacion presente.

La conciencia histórica del artista romántico unida al particularismo que se asocia a la creación artística culmina en el culto al héroe dotado de talentos artísticos. El alma romántico es una especie de espíritu de contradicción, de oposición sentimental al estado de cosas. No obstante, el artista ve en este cuestionamiento del mundo su aportación a ese mismo mundo. 0 de otra manera, el mundo es en tanto se le presenta como conflicto al alma romántica, y en cuanto su genio puede elevar este conflicto al plano del arte.

Y esto es todo por hoy.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Vagando se me ocurrió que...

"La aventura no es peculiar a este caso, sino que es esencial y permanente. Cuando buscamos el ser de algo o su verdad, esto es, la cosa mismo y auténtica de que se trata, lo primero que hallamos siempre son sus ocultaciones, sus máscaras. Ya lo advirtió Heráclio: "La realidad se complace en ocultarse." El universo es, por lo pronto, un constante carnaval. Máscaras nos rodean. Los árboles no dejan ver el bosque, la fronda no deja ver el árbol y así sucesivamente. El ser, la cosa misma, es por esencia lo oculto, lo encubierto, el señor del antifaz. A la operación que nos lleva a encontrarlo bajo sus ocultaciones llamamos 'verificar' o adverar, más castizamente averiguar. Es hacer patente lo oculto, es desnudarlo de sus velos, des-cubrirlo. Y esa manera de estar algo ante nosotros nudificado es su 'verdad'. Por eso es redundacia hablar de la 'verdad desnuda'.
El fenómeno de la ocultación no es complicado. Consiste sencillamente, en que el ser de la cosa o, lo que es igual, la 'cosa misma', la cosa es su 'mismidad' -queda tapada por todo lo que tiene que ver con ella, pero no es ella. Y nosostros en el itinierario de nuestra mente hacia la 'cosa misma' comenzamos por tomar 'lo que tiene que ver' con ella como si fuese ella."

Ortega y Gasset, Apuntes sobre el pensamiento, su teurgia y su demiurgia,

en O.C., V, pág. 525.


La realidad puede ser considerada desde distintos puntos de vista, todos ellos justificables. Cada punto de vista ofrece una perspectiva única, irreductible e indispensable acerca del universo. Bien sea porque nuestras circunstancias ofrecen en cada caso una peculiar visión de lo real (la perspectiva como peculiaridad: Ortega y Gasset), bien porque nuestras necesidades de supervivencia han congelado determinadas perspectivas para hacer la vida más soportable (la absolutización de determinadas perspectivas para conservar la vida: Nietzsche), la verdad es una pluralidad de perspectivas.

No se trata de que se dé una verdad como composición caleidoscópica de diversos elementos, sino de resaltar con Nietzsche el carácter activo, creativo, artístico, que implica la verdad. La fuerza del conocimiento tiene esta condición vital. Se subraya así que con las palabras no se llega jamás a la verdad y la verdad pura, sin consecuencias, es totalmente inconcebible. El lenguaje expresa siempre una relación respecto a los hombres y la verdad; es la extrapolación de estas relaciones, que acaban siendo ilusiones.

Pero con ello se está resaltando asimismo la riqueza del devenir de lo que hay, que no se agota en un juicio fijo y definido y que siempre desborda las circunstancias de cada hombre. La perspectiva, en este sentido, pertenece a la estructura de lo real y es irreductible. Véase el siguiente texto:

"Cada vida es un punto de vista sobre el universo. En rigor, lo que ella ve no lo puede ver otra. Cada individuo -persona, pueblo, época- es un órgano insustituible para la conquista de la verdad. He aquí como ésta, que por sí misma es ajena a las variaciones históricas, adquiere una dimensión vital. (...)
La realidad, como un paisaje, tiene infinitas perspectivas, todas ella igualmente verídicas y auténticas. La sola perspectiva falsa es esa que pretende ser la única. Dicho de otra manera: lo falso es la utopía, la verdad no localizada, vista desde 'lugar ninguno'."

Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo en Obras Completas,

vol. III, págs. 199-201.

La cuestión de la verdad no es algo superfluo que se sobreañade a nuestros interrogantes, engrosando la lista de nuetsros problemas. Prescindir de ella no nos liberaría; antes al contrario, la verdad ha de ser leída como liberación, si bien ello no significa que no requiera nuestro esfuerzo por llegar a ser hombres: el hombre y la verdad no son los problemas enfrentados.

Hay, sin embargo, un modo corriente de presentar el tema de la verdad como primaria, y casi exclusivamente, referida al conocimiento. No decimos que no quepa esta lectura, pero la verdad tiene que ver igualmente con la realidad de las cosas (no en vano decimos: en realidad, de verdad...). Y, por otra parte, el conocimiento no es algo que constituya un mundo cerrado en sí sino que, en otro respecto, hay que considerarlo como una función y actividad del hombre y de la vida. Ha de redimirse en conocimiento a esta dimensión vital del hombre. Y, porque referido a ella, conocimiento y verdad no pueden sino jugar una determinada función, tanto en la dimensión ética inherente a la propia vida del hombre, como en su dimensión histórica y formativa.

El texto de Ortega y Gasset (el segundo), subraya el alcance de la verdad como una complejidad de relaciones. Sólo a través de diversas perspectivas, que corresponden al modo de ser de lo que realmente es y hay, es decir, de la realidad, podemos hacernos cargo de la verdad. Y, ahora, sólo mediante el estudio de diversos respectos podemos presentar la cuestión de la verdad, la verdad como cuestión. Así, curiosamente, para el estudio de la verdad, se impone la necesidad de que lo hagamos teniéndola en cuenta, desde diferentes perspectivas, desde diferentes circunstancias, que lo hagamos teniendo en cuenta, por tanto, lo que la verdad es.


-


Para concluir. He de decir que yo no pertenezco a ninguna parte mas que a la mente de los que me leen y reflexionan con lo que leen. Habito ahí, donde se mezclan los sueños y las pesadillas. Donde no hay nada más que fantasías, planes de futuros y ni rastro de realidades ni presentes.

He cruzado miradas con algún que otro lector, sin obtener reconocimiento por su parte. Paso desapercibido allí donde voy. Por eso es que no soy de ninguna parte, no pertenezco a nada ni a nadie. No pertenezco.


Saludos y buena suerte, amigos.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Más de... ¿más?

¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su toquelado y que no son ahora ya consideradas como monedas sino como metal.


Nietzsche, "sobre verdad y mentira en sentido extramoral", Tecnos, 1990, pág.25

viernes, 11 de septiembre de 2009

Un poco de todo.

Pandora es la primera mujer. Hefesto (dios del fuego) la modeló a imagen y semejanza de los inmortales con la ayuda de Palas Atenea (diosa de la sabiduría). Zeus ordena su creación para castigar a la raza humana, porque Prometeo se había robado el fuego divino para dárselo a los hombres. Cada dios le otorgó a Pandora una cualidad como la belleza, la gracia, la persuasión y la habilidad manual, entre otras cosas; pero Hermes (mensajero de los dioses, e intérprete de la voluntad divina) puso en su corazón la mentira y la falacia.

Todo comienza cuando Zeus le entrega a Pandora una jarra para que se la lleve a Epimeteo (hermano de Prometeo). Esta contenía todos los males existentes, y por ende, se le prohíbe abrirla; sin embargo, Pandora -quien poseía una gran curiosidad- hace caso omiso de la orden de Zeus y abré la jarra. En ese momento, todos los males escapan y se alojan entre los hombres. Pandora asustada cierra la jarra dejando un solo elemento sin escapar, la Esperanza.

Lo que llama la atención es el porqué los antiguos griegos consideraban la esperanza como un mal. Si buscamos la definición de esperanza nos encontramos con que es "el hecho de desear que algo se cumpla". Pero, ¿qué podría haber de malo en desear algo y sentarse a esperar que ocurra? Bueno, de hecho, la máxima que se contrapone a la esperanza es: "Nadie puede hacer el trabajo por ti". Tú eres el constructor de tu propia vida. Es por esto que no podemos andar por la vida persiguiendo fantasmas para que cumplan nuestros deseos. Somos nosotros los que tenemos que trabajar para lograr nuestros objetivos.

Nadie dijo que la vida es fácil y a veces la esperanza pareciera ser la mejor forma de enfrentar una realidad no deseada. No obstante, luego nos encontraremos que la esperanza no es más que un recurso para evadir la realidad. Acaso, ¿no es malo escapar de la realidad hacia mundos irreales en lugar de luchar por hacer de tu vida algo extraordinario, algo que tu te mereces? Es por esto que la esperanza se contrapone a la voluntad, anulándola y ahogándola en un baño de irrealidad. La esperanza torna al hombre en un niño al no dejar que éste asuma el control de sus actos.

De esta forma, llegamos a la conclusión de que la esperanza es un estado de contemplación, es un estado pasivo y, por ende, dañino. Los seres humanos deben ser activos, y ser activos significa actuar con la fuerza de la voluntad.

Finalmente, la duda que surge es: si la esperanza fue el único mal que quedó dentro de la jarra después que Pandora la cierra, entonces, ¿quién fue el que liberó la esperanza de la "Caja de Pandora"?


Impresionante.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Saber más... ¿para servir mejor?


He vuelto, pero esta vez para hacerle el amor a la filosofía, a la filosofía occidental, porque donde esté Nietzsche, que se quiten el Ying y el Yang o el tantra o el mantra. Donde esté David Hume despertando a Kant "del sueño del dogmatismo" con su aguijón de actitud escéptica que se quiten todos los orientales.

Como decía Aristóteles, "éste es un saber sin utilidad, porque independientemente de lo que yo concluya, el sol seguirá haciendo lo que venía haciendo. Es un saber por el puro gusto del saber." Decía Sócrates que la filosofía era la preparación para la muerte, y que quien sabe vivir, sabe morir. Entonces, supongo que ya estoy en ese camino de preparación.

Nos planteamos: ¿qué puede hacerse para vivir mejor, para ser más felices? Aprendemos a controlar las pasiones en la búsqueda de valores más trascendentes, descubrimos que es más sabio dominarlos que dar rienda suelta a nuestras emociones.

El hombre está formado por cuerpo y espíritu, pero esto último es lo que nos hace más hombres, lo que nos diferencia de los otros animales. Para algunos pensadores importantes, la forma correcta de ser humano es dar preponderancia a nuestra parte espiritual en detrimento de nuestra parte animal. Controlándonos y dominándonos, es como crecemos espiritualmente, como más plenamente realizamos el ideal de ser humano.

La vida según la inteligencia, nos dice Aristóteles, es la que procura mayor felicidad, porque es vivir de acuerdo con lo más excelente que tiene el hombre.


Saludos a todos.

jueves, 20 de agosto de 2009

Para rellenar, simplemente.

La dimensión última que se encuentra en lo más profundo del ser humano, la dimensión suprema de la vida, es conciencia y amor universal. La una no puede existir sin el otro. Verdad y amor son una sola y misma cosa.


Taisen Deshimaru.




Primero y antes de escribir nada más quiero dedicarle esta última frase a Sam:


Verdad y amor son una sola y misma cosa.


Porque, no estoy seguro, pero creo que algún día pasado tuvimos una conversación en la que hablábamos de estos dos términos, pero no estoy muy seguro, lo único que puedo decir con total certeza es que al leerla me acordé de ella.






Iba ayer por la tarde reflexionando sobre esto: no me puedo quejar, ni mucho menos de cómo me trata la gente.


Si una persona, antes de su entrada en este nuestro planeta, leyera a según qué filósofos y escritores que ha habido a lo largo de los siglos, entraría el pobre neófito a la vida atemorizado, acongojado, teniendo en mente una cosa: “El hombre es un lobo para el hombre”, “Me van a traicionar por todos lados, hasta mis propios hermanos de sangre”.


Recuerdo cómo mi propio padre me repetía machacona y sarcásticamente, a la vez que totalmente en serio, esta frase: “No te fíes ni de tu propio padre”.


Lo cierto es que yo no soy muy leído que digamos, pero estoy seguro de que si hiciéramos un repaso por las principales plumas de la historia de la Humanidad, pocas encontraríamos que demuestren fe en el hombre, en nuestra humana raza, que apostarán por confiar en nuestro semejante en lugar de desconfiar sistemáticamente de él.Y, aunque cuando encendemos el televisor y vemos los telediarios, parece que tengamos que dar la razón a todos estos pesimistas, yo personalmente, si observo el trato que me han dado mis allegados, familiares, amigos e incluso desconocidos, tengo que reconocer que el balance resultante es bastante positivo.




Nota: Estoy tratando de estudiar un poco de
filosofía oriental.
Quizás me lleve un tiempo bastante largo,
puesto que es un reto que, muy a mi pesar,
requiere un trabajo duro y largo para llegar a tener
algo de idea sobre este tipo de filosofía.

Brindemos por los ilustrados, Blanko.

lunes, 17 de agosto de 2009

Corre, como el agua.

No existen grandes actores, sino grandes mentirosos.

Alguien.



Cabizbajo andas por la calle.
Te topas con un banco que te recuerda frío.
Te sientas en él. Sientes el calor que aquél día conseguiste abrazándola.
Te levantas y sigues tu camino, mirando al suelo.
Llegas al vestuario, te quitas la ropa y recuerdas la oscuridad de aquella habitación,
que sin querer les desnudaba.
Sales de allí. Con el frío calándote los huesos.
El gorro incrustado en la cabeza, apretándote las orejas.
Las gafas empañándose.
Ffffuuumh.
Te tiras al agua.

100m.: Piensas en los días que han pasado desde la última vez que la viste.
350m.: Recuerdas todos aquellos encuentros.
700m.: Cantas aquella canción que tantos gemidos disimuló en las noches, frío.
1100m.: Todas las despedidas que surgieron en el portal.
1800m.: Recuerdas aquella vez que de verdad cruzaron palabras intelectuales.
2500m.: Sin avisar, corre hacia tu mente aquella vez que llovía
y ella apareció empapada, no estabas seguro de si agua de la lluvia o lágrimas, se cobijó en tus brazos y te contó con un hilo de voz lo patética que resultaba su vida. Y después tú la consolabas. Y la querias.
3000m.: Te repites una y otra vez cuánto la quisiste.
5000.: En blanco.
Sales de la piscina.

Abdominales.1misisipis.2misisipis.3misisipis.4misisipis.60 misisipis.
Lumbares.1misisipi.2misisipis.30misisipis.45misisipis.60 misisipis.
Flexiones.1misisipi.2misisipis.30misisipis.45misisipis.60 misisipis.
Gomas.1misisipi.2misisipis.30misisipis.45misisipis.60 misisipis.
Plancha.1misisipi.2misisipis.30misisipis.45misisipis.60 misisipis.
Cuerda.1misisipi.2misisipis.30misisipis.45misisipis.60 misisipis.
Tríceps.1misisipi.2misisipis.30misisipis.45misisipis.60 misisipis.
Bíceps.1misisipi.2misisipis.30misisipis.45misisipis.60 misisipis.

Una hora más tarde. Agotado. Bajo la ducha del vestuario sientes el agua fría recorriendo cada célula de tu cara. Te sientes aliviado. Esos pensamientos no volverán a tu cabeza hasta mañana. Mañana a la misma hora.
Es curioso como el agua te hace recordar aquello que más te dolió, cuando lo perdiste
(o mientras lo tuviste).
Es curioso como uno aprende aquello que nadie te enseña.
Que las mujeres... ni con ellas,
ni sin ellas.

lunes, 10 de agosto de 2009

Grand Passion.

Parecerían términos antitéticos, pues la filosofía es pensamiento reflexivo, eje diamantino de paz, y la pasión, desorden, furor sensorial. También suele decirse, y alguno lo creen a pies juntillas, que un hombre dominado por sus pasiones está privado de razones. ¡Peregrina afirmación! Se comprende la prudencia y búsqueda de equilibrio cuando se intenta crear un hombre frío, abstracto, lleno de energías eficaces cuyo control de sí mismo es necesario para la conquista de la seguridad y el éxito personal.

Carlos Gurméndez, El País.


Los grandes racionalistas, como Spinoza, Descartes y Hume, conocieron y analizaron las pasiones, tratando de encauzarlas para el bienestar del hombre. En Tratado de las pasiones, Descartes admite que son impulsos brutales y repentinos que nos asaltan, pero no aconseja eliminarlas, sino en tenderlas para poder vivirlas con medida y pausada intensidad. Reconoce que son buenas por naturaleza. Hay, pues, que serenarlas con ayuda de una razón auxiliar humana, sin jamás sofocarlas y menos ignorarlas. Para Spinoza, las pasiones son afecciones que nos mantienen vivos, voluntarios, tensos y nos hacen perseverar en nuestra existencia. Vivir es apasionarse siempre de todo y por todo, es el esfuerzo que nos hace subsistir. "De ello se desprende que el hombre está necesariamente sometido a las pasiones". Pero hay unas que son buenas, las que aumentan la potencia de nuestro ser, y otras malas, que menguan nuestra capacidad física. Tanto Descartes como Spinoza juzgan las pasiones como servidumbres y debilidades del alma que deben someterse a la vigilancia de la suprema diosa Razón. Sin embargo, David Hume sostiene que no es serio filosóficamente hablar de combate entre pasión y razón: "La razón es, y sólo debe ser, esclava de las pasiones y no puede pretender otro oficio que el de servirlas y obedecerlas". Éste es el famoso slave passage, que constituye la esencia del naturalismo de Hume. ¿Libertad para el desenfreno de las pasiones? De ninguna manera, pues Hume. sostiene que las pasiones son sentires naturales, comedidos, racionales, y la razón misma es una facultad que tiene la pasión para inferir, trabar y enlazar lo que padecemos o experimentamos.


La filosofía racionalista y escéptica, al tratar de comprender las pasiones, para dominarlas y racionalizarlas, creó una separación entre el mundo del pensamiento y el mundo afectivo, entre filosofía pura y literatura. La primera se entregará a especular racionalmente sobre el espíritu pensante, y la segunda, a describir la grandiosidad de las pasiones: Descartes y Shakespeare.


Pero cuando se plantea la necesidad del conocimiento de sí mismo, de la subjetividad escondida y misteriosa, "se enciende la chispa del contacto", como dice Bloch, entre las afecciones apasionadas y el conocimiento real. Si bien nada grande puede realizarse en el mundo sin la pasión, como afirma Hegel, las pasiones las deja subordinadas como diabólicos y malevolentes fantasmas, para realizar los fines últimos del Espíritu. Marx trató de corregir este finalismo moralista o trascendente de Hegel, afirmando que la pasión es la energía suprema del hombre, que le lleva a la realización objetiva de sí mismo. La pasión, así, se convierte en el motor de la historia y del cambio, en la protagonista decisiva e inflamada de las revoluciones. Sin embargo, tanto Hegel como Marx tuvieron una concepción abstracta de la pasión. Por ello será necesario escribir algún día una crítica de la pasión pura.


Balzac describe las pasiones más fundamentales: avaricia, ambición, amor puro, amor paternal, codicia, envidia. Estos sentires Balzac sólo los considera pasiones cuando son únicos, absorbentes, absolutos. Louise de Chaudieu no tiene más pasión que el amor; el barón Hulot, la lujuria; Gobseck, el dinero; Rastignac, la ambición. Por el contrario, Stendhal celebra las virtudes de la pasión que nos arrebata y consume. Tanto Fabrizio como Julián Sorel son sublimes apasionados, a veces hasta delirantes. La grand passion es, pues, épica, necesaria para desarrollar el espíritu del hombre. Este análisis de las pasiones de la burguesía lo prosigue Proust hasta llegar a los laberintos de la soledad desesperada.


Mientras tanto, la filosofia ignoró las pasiones hasta que Husserl y Kierkegaard, al sumergirse en el yo puro de la conciencia uno, y en los tormentos de la existencia el otro, centraron de nuevo la atención en la diversidad de los afectos y de las pasiones subjetivas que culmina en la filosofía patética de Heidegger. Sartre es el primero que describe, desde sí mismo y sin escapar jamás a la soledad de la conciencia, el amor, el odio, la angustia, la envidia, la cólera, la piedad, el fracaso, la venganza. Son pasiones abstractas, conceptualizadas, que luego plasma concreta y figurativamente en su obra dramática y narrativa. Paralelamente, la filosofía marxista de Walter Benjamin analiza las pasiones fundamentales que se deriven del modo de producción capitalista; la tristeza, la melancolía, el snobismo, la pereza, la ambición, la soledad, el tedio.


La filosofía comienza así a profundizar en la realidad de las pasiones individuales como totalidades analíticas, restableciendo la olvidada conexión, pues, al pensarlas de nuevo se intenta, como los clásicos del racionalismo, comprenderlas sin subyugarlas.


En suma, seamos realistas y dejemos atrás esa creación burguesa del hombre abstracto, dominador de sus pasiones, objetivo, impasible, y abandonemos el self-control para entregarnos a la libertad subjetiva de las pasiones, que es, sencillamente, la conciencia de nuestra necesaria realidad.


Sin duda, dedicado a Blanko.


martes, 4 de agosto de 2009

Ella era seda.

Allí arriba no se oía nada, sólo la voz de mi pensamiento. Allí arriba todo era azul, todo era cielo. Sentado en el suelo de la azotea, con la cabeza apoyada al muro, mirando las nubes, como corrian unas detrás de otras. Cerré los ojos.

Estaba en la azotea con ella. Nos mirábamos a los ojos y sabíamos que aquella noche sería la noche en la que no harían falta las sábanas para entrar en calor. Era de noche. La había llevado a la azotea para que pudiese conocerme un poco mejor. Un sitio ideal para mirar las estrellas. Muchas veces me quedé allí durmiendo y muchas veces me llovío encima.

Nos acurrucábamos en una esquina, mirábamos las estrellas. Charlábamos sobre nada y sobre todo, mientras un cigarrillo se cosumía esntre mis dedos. Y entre frase y frase, un par de besos. El deseo nos traspasaba las entrañas. Una par de cervezas más tarde, ya estábamos en mi habitación. Le enseñé un par de libros que me entusiasmaban demasiado y le expliqué un poco de filosofía de los antiguos. No sé si realmente le gustó mi pequeña tesis filosófica antigua o hizo como que si para que me callase y le besase otra vez.

Iba a ser una noche normal, en la que uno duerme con la chica que le gusta en la misma cama, respetándola. Iba a ser una noche normal. Dos besos, tres, cuatro. Asfixiados nos quitamos las camisetas, los pantalones. Río abajo. Destino: su ombligo. Le gustaba que pasease por su barriga, haciéndole cosquillas. Rodeándo el ombligo dos, tres veces. Más abajo, por sus piernas, suaves, seda, me recordaron a la seda. Ella era seda.

Ropa interior negra. Me volví loco. Mis manos recorrieron cada centímetro de piel de su cuerpo, suave. Era una buena chica. Seria, simpática, graciosa. Me gustaba. Acabó durmiéndose enrollada en mis brazos. Podía sentir cómo le latía el corazón. Y su, por fin, apaciguado corazón me recordaba al momento cumbre, al momento en el que toda ella latía a cien por hora, al momento en el que los dedos de sus pies se encogían y su cabeza se echaba hacia atrás, dejando su delicado cuello al descubierto, tentándome una y otra vez.

Me desperté y allí estaba, sentado en la azotea. Con los brazos vacíos y los recuerdos envolviendo mi lengua y devolviéndome el sabor de su piel. Así que encendí un cigarrillo y observé las formas que hacía el humo. Recordándola. Recordando aquél amor de la adolescencia. Aquellos ojos que me miraban inundados en lágrimas. Aquellos labios que su lengua relamía de vez en cuando para mojárselos y que no se secaran, para estar listos para besarme en cualquier momento. Aquellos brazos que me abrazaban por detrás por sorpresa. Qué sentimientos tan inocentes, ¿no crees?.

domingo, 2 de agosto de 2009

La dulzura de Laura.

Ayer estaba bastante ebrio, sentado en un banco de una plaza, cerca de la zona de fiestas, con una amiga, y le pregunté:

-Laura, ¿tú por qué crees que las personas deciden unirse para siempre a otras personas? ¿Por qué lo convencional es casarse y formar una familia y ser fiel a la pareja y etc?

-Porque primero se enamoran, luego empiezan a ser dependientes el uno del otro (el amor se convierte en dependencia) y cuando la vida se vuelve aburrida, deciden tener hijos. La mayoría de las personas no son fieles al cien por cien, yo creo que todo el mundo ha sido o será infiel al menos una vez en la vida, y ya me parece mucha fidelidad.- Me contestó, con tanta seriedad que pensé que ya se le había pasado la borrachera, hasta que sentí sus labios en los míos.

Su lengua recorría cada pliegue de mis labios, con suavidad, con ternura, casi llegué a pensar que con amor. Nuestros labios se volvieron uno, nos volvimos uno. Nuestras lenguas jugaban a quererse abrazar. Mis dedos recorrieron su espalda, de abajo hacia arriba, hasta llegar a su pelo. Ese pelo corto que le daba ese minúsculo aire masculino, que la hacía encantadora. Que la hacía terriblemente atractiva, con su cara de muñeca. Perfecta, con las mejillas sonrojadas, los ojos almendrados, color castaño claro. Sus largas pestañas de las que seguro podría colgarme y morir asfixiado de profundidad, irradiada por sus pupilas.

Mientras me perdía entre las esquinas de su cuello podía notar su ligero aliento en mi oreja, volviéndome loco.

Un par de risas más tarde y después de arrancar y aparcar el coche, estábamos allí. Rodeados de arena... Comiéndonos con los dedos, con los ojos... con la lengua. Su saliva en mi piel, oh, su saliva en mi piel. El sonido de las cremalleras, de los botones, del pelo revolviéndose por el aire, los besos, el sonido del roce de nuestras pieles, una contra otra. Arriba y abajo. Caricias arriba y abajo. Las olas de fondo, meciéndonos. Una, dos, tres vueltas sobre la arena. Su cuello largo, infinito, deseaba que no se acabara nunca.

Abrió la puerta, se bajó del coche, aún tenía arena en el pelo, bajándole por el cuello,... La miré, esperando que digera algo. Me miró, en silencio, vocalizando en silencio me dijo "adiós". Se dió la vuelta y fue hacia el portal. Entonces, me bajé del coche, la rodeé por detrás y la invité a dormir a mi casa. Invitación rechazada. No podía mantenerme la mirada, intenté buscarla, sus ojos se movían de un lado a otro, fijados en el suelo, esquivando los míos.

Quité mis manos de su cintura, la besé en la mejilla y me quedé allí plantado, asegurándome de que entraba en su portal, sin que le pasase nada. Me metí en el coche y golpeé el volante con rabia. Desaparqué. Conduje con rabia, rápido, saltándome los stops. No había nadie en la carretera. Estaba enfadado, enfadado por lo que le había hecho. Lo comprendí todo en ese instante, en el momento en el que sus ojos se rayaban. Imposibles.

Subí a mi piso y me emborraché. Tequila. Tequila con sal. Limón amargo.

Ni el limón más amargo podía arrancar el sabor de su dulzura, la dulzura de Laura.

sábado, 25 de julio de 2009

Me dejé muchas cosas atrás.

-¿Por qué los hombres hacemos lo que hacemos?
-Por las mujeres.

End Game.

Era muy guapa, con una nariz pequeña y respingona y cara de buena; cabello oscuro, pecas, ojos azul claro. La había visto en algún sitio, quizá haciendo cola en el bar, pero no le había prestado mucha atención. Pero ahora estaba a mi lado, como una aparición, bebiendo vino tinto de un vaso de plástico y llamándome por mi nombre.

No entendía nada de lo que me decía, pero el timbre de su voz era muy claro pese al ruido: alegre, estridente, extrañamente agradable. Me incliné hacia delante y me llevé la mano a la oreja:

-¿Qué?- dije.

Ella rió, se puso de puntillas, acercó su cara a la mía. Perfume. La violencia de sus cálidos susurros en mi mejilla. La cogí por la cintura.

-Hay demasiado ruido. - le dije al oído; rocé su cabello con los labios -Vamos fuera.

Ella volvió a reírse.

-Pero si acabamos de entrar -dijo-. Decías que te estabas muriendo de frío.

Hummmm, pensé, me miraba con sus ojos claros, como si me encontrase graciosísimo.

-Vamos a un sitio más tranquilo -dije.

Alzó su vaso y preguntó:

-¿A tu casa o a la mía?

-A la tuya -contesté sin vacilar.

Era una buena chica. Dulces risas en la oscuridad y su cabello cayéndome sobre la cara; me hizo gracia su respiración entrecortada, que me recordaba a la de las chicas del instituto. Casi había olvidado el calor que se sentía al abrazar otro cuerpo. ¿Cuánto tiempo hacía que no besaba a nadie de aquella forma? Meses, muchos meses.

Era extraño pensar lo fáciles que podían ser las cosas. Una fiesta, unas cuantas copas, una chica guapa y desconocida. Así era como vivían la mayoría de mis compañeros: en el almuerzo hablaban con bastante timidez sobre sus aventuras de la noche anterior, como si ese inofensivo e íntimo pequeño vicio, situado por debajo de la bebida y por encima de la gula en el catálogo de los pecados, fuera el colmo de la depravación y la disipación.

Todo aquello me recordaba demasiado a mi juventud, y sin embargo ahora parecía increiblemente remoto e inocente, un recuerdo de algúna lejana fiesta adolescente. Su brillo de labios sabía a goma de mascar. Hundí el rostro en su cuello, blando y con un ligero olor acre, y me mecí con ella, murmurando, balbuceando, sintiendo cómo caía más y más en una vida oscura y medio olvidada.

miércoles, 22 de julio de 2009

Griego clásico II .

Empecemos a hablar de la locura inducida por los dioses:poética, profética y, finalmente, dionísiaca, que es, con mucho, la más misteriosa. Estamos acostumbrados a pensar que los éxtasis religiosos sólo se dan en las sociedades primitivas, pero se producen frecuentemente en los pueblos más cultivados. La verdad es que los griegos no eran muy diferentes de nosotros. Eran un pueblo muy convencional, extraordinariamente civilizado y bastante reprimido. Y, sin embargo, con frecuencia se entregaban en masse al más salvaje de los entusiasmos (danzas, delirios, matanzas, visiones), lo que a nosotros, imagino, nos parecería una locura clínica, irreversible. Pero los griegos (en cualquier caso algunos) podían entrar y salir de ese arrebato cuando querían. No podemos descartar estos relatos como si fueran mitos. Están bastante bien documentados, a pesar de que a los comentaristas antiguos les desconcertaban tanto como a nosotros. Algunos dicen que todo era resultado de la oración y el ayuno; según otros, lo ocasionaba la bebida. Sin duda la naturaleza colectiva de la historia también tiene que ver con ello. Y aún así, es difícil explicar el radicalismo de este fenómeno. Al parecer, los participantes en la fiesta eran arrojados a un estado no racional, preintelectual, en que la racionalidad era reemplazada por algo totalmente diferente, y por diferente entiendo, según todos los indicios, no mortal. Inhumano.

Piensa en Las Bacantes, una obra cuya violencia y salvajismo, a mí personalmente, me hacen sentir incómodo, así como el sadismo de su dios sanguinario. Comparada con otras tragedias dominadas por principios de justicia reconocibles, por muy crueles que fueran, ésta representaba el triunfo de la barbarie -oscura, caótica e inexplicable- sobre la razón.

No nos gusta admitirlo, pero la idea de perder el control es la que más fascina a la gente controlada, como nosotros. Todos los pueblos verdaderamente civilizados (los antiguos menos que nosotros) se han civilizado a sí mismos mediante la voluntaria represión de su antiguo yo, su yo animal. ¿Somos realmente muy distintos de los griegos o de los romanos, obsesionados por el deber, la piedad, la lealtad, el sacrificio? ¿Todas esas cosas que para el gusto moderno son tan frías? Y es una tentación para cualquier persona inteligente, especialmente para perfeccionistas como los antiguos o como yo -risa-, intentar matar nuestro yo primitivo, emotivo, apetitivo. Pero es un error. ¿Por qué? Porque es peligroso ignorar la existencia de lo irracional. Cuanto más cultivada es una persona, cuanto más inteligente y más reprimida, más necesita algún medio de canalizar los impulsos primitivos que tanto se ha esforzado en suprimir. De otro modo, estas poderosas y antiguas fuerzas se concentrarán y fortalecerán hasta que sean lo bastante violentas para estallar, con más violencia a causa de la demora, a menudo lo suficientemente fuertes para destruir por completo la voluntad. Como advertencia de lo que sucede sin esta válvula de escape tenemos el ejemplo de lo romanos. Los emperadores. Por ejemplo, piensa en Tiberio, el feo hijastro que intentaba vivir con arreglo a la autoridad de su tío Augusto. Piensa en la tremenda, imposible tensión que tuvo que soportar, obligado a seguir los pasos de un salvador, de un dios. El pueblo lo odiaba. Por mucho que lo intentara, nunca fue lo bastante bueno, nunca pudo librarse de su odioso yo, y al final las compuertas se rompieron. Se entregó a sus perversiones y murió, viejo y loco, perdido en los deliciosos jardines de Capri. Ni siquiera fue feliz allí, como se podía haber esperado, sino desdichado. Antes de morir, escribió una carta al Senado: "Ojalá todos los dioses y diosas me visitaran trayendo una destrucción más completa que la que sufro cada día." Piensa en los que le sucedieron. Calígula, Nerón.

El genio romano, y tal vez su defecto, era la obsesión por el orden. Se ve en su arquitectura, en su literatura, en sus leyes. Esa feroz negación de la oscuridad, la sinrazón, el caos. -Risa-. Es fácil comprender por qué los romanos, por lo general tan tolerantes con la religiones extranjeras, persiguieron sin piedad a los cristianos: qué absurdo pensar que un delincuente común había resucitado de entre los muertos, qué detestable que sus seguidores lo celebraran bebiendo su sangre. Lo ilógico de esta religión los aterrorizaba, e hicieron todo lo posible para aplastarla. De hecho, creo que si adoptaron medidas tan drásticas fue no sólo porque los aterrorizaba, sino porque los atraía terriblemente. Los pragmáticos son a menudo extrañamente supersticiosos. A pesar de toda su lógica, ¿quién vivía en un terror más abyecto de los sobrenatural que los romanos?

Los griegos eran diferentes. Sentían pasión por el orden y la simetría, como los romanos, pero sabían cuán insensato era negar el mundo oculto, los viejos dioses. Emoción, oscuridad, barbarie. ¿Recuerdas lo que dije antes, que las cosas sangrientas y terribles son a veces las más bellas? Es una idea muy griega y muy profunda. La belleza es terror. Temblamos ante todo lo que llamaos bello. Y ¿hay algo más terrorífico y bello, para almas como las griegas o la mía -risa-, que perder por completo el control? ¿Librarnos de las cadenas del ser por un instante, suprimir el accidente de nuestro yo mortal? Eurípides habla de las Ménades: la cabeza echada hacia atrás, la garganta hacia las estrellas, "más parecían ciervos que seres humanos". ¡Ser absolutamente libre! Desde luego, es imposible rechazar estas pasiones destructivas con medios más vulgares y menos eficaces. Pero ¡qué glorioso liberarlas en un único estallido! Cantar, gritar, danzar descalzo por los bosques en plena noche, con tan poca conciencia de la mortalidad como un animal. Son misterios poderosos. El bramido de los toros. Manantiales de miel brotando de la tierra. Si tenemos un alma lo bastante fuerte, podemos arrancarnos el velo y contemplar cara a cara la desnuda y terrible belleza; dejar que el dios nos consuma, nos devore, nos quiebre los huesos. Y luego nos escupa renacidos.

Y en esto, para mí, radica la terrible seducción del ritual dionisíaco. es difícil de imaginar para nosotros, ese fuego de puro ser.

La belleza es terror. Temblamos ante todo los que llamamos bello.

lunes, 20 de julio de 2009

Griego clásico.

Ahora me centro en la génesis de los filólogos y sostengo lo siguiente:
1. Un hombre joven no puede saber lo que son los griegos ni los romanos.
2. No sabe si está capacitado para averiguar algo de ellos.

Friedrich Nietzsche, Consideraciones Intempestivas.



¿Por qué nos atormenta tanto esa vocecilla obstinada en el interior de nuestras cabezas? ¿Será porque nos recuerda que estamos vivos, nuestra mortalidad, nuestra alma individual, a la que, después de todo, nos asusta rendirnos y sin embargo nos hace sentir más desgraciados que ninguna otra cosa? Pero ¿no es el dolor lo que a menudo nos hace conscientes de nosotros mismos? Es terrible aprender, de niño, que uno es algo separado del resto de mundo, que nada ni nadie sufre con nosotros cuando nos escaldamos la lengua o nos hacemos un rasguño en la rodilla, que nuestros males y dolores son sólo nuestros. Aún más terrible, a medida que crecemos, es aprender que nadie, por muy querido que sea, podrá nunca comprendernos realmente. Nuestro propio yo nos hace profundamente infelices, y ésa es la razón por la cual estamos tan ansiosos de perderlo, ¿no lo crees así? ¿Recuerdas las Erinias? Las furias. Y ¿cómo enloquecían a la gente? Subían el volumen del monólogo interior, magnificaban hasta el límite las características que ya existían en alguien y hacían que la persona fuera tan sí misma que no podía soportarlo.

Y ¿cómo podemos perder este yo enloquecedor, perderlo por completo? ¿Con el amor? Sí, pero el viejo Céfalo oyó a Sófocles decir un día que hasta el último de nosostros sabe que el amor es un maestro cruel y terrible. Uno pierde su yo en favor del otro, pero al hacerlo se esclaviza y se convierte en un desdichado. ¿Con la guerra? Uno puede perder su yo en la alegría de la batalla, luchando por una causa gloriosa, pero hoy en día no hay muchas causas gloriosas. El derramamiento de sangre es algo terrible, pero las partes más sanguinarias del Homero y Esquilo son a menudo las más magníficas, por ejemplo ese discurso glorioso de Clitemnestra en Agamenón.


Y así, murió, y su espíritu vomitó;
exhaló, entonces, un chorro de sangre intempestuoso,
y me salpicó con gotas oscuras de sangriento rocío;
y yo me alegré no menos que las mieses ante el agua
de Zeus cuando está grávida la espiga.

Qué hermoso pasaje, nunca me cansaría de leerlo. Pero ¿cómo es posible que algo tan horrible, una reina que apuñala a su marido en la bañera, nos parezca tan bello? Aristóteles dice en la Poética que cosas tales como los cadáveres, desagradables de ver en sí mismos, pueden volverse deliciosos de contemplar en una obra de arte. Y yo creo que Aristóteles está en lo cierto. Después de todo, ¿cuáles son las escenas de la poesía que quedan grabadas en nuestra memoria, las que más nos gustan? Precisamente éstas. El asesinato de Agamenón y la cólera de Aquiles. Dido en la pintura funeraria. Las dagas de los traidores y la sangre de César... La muerte es la madre de la belleza. Y ¿qué es la belleza? El terror. La belleza raramente es suave o consoladora. Más bien al contrario. La genuina belleza siempre es bastante sobrecogedora.

Y si la belleza es terror, entonces, ¿qué es el deseo? Creemos tener muchos deseos, pero de hecho sólo tenemos uno. ¿Cuál es? Vivir.
Vivir eternamente.

miércoles, 15 de julio de 2009

Pensaments d'una ment solitària.

-¿Y Alberto? ¿De qué murió Alberto?-Preguntó mientras extendía la mano, esperando que le diera algo.
-De joven, ha muerto de joven. Supongo que se ha suicidado.- Contestó mientras depositaba en la palma de aquella mano las pastillas por las que le había pagado.




Ai, la joventut. Passem l'adolescència desitjant ser majors i quan som majors preguem per que el temps es pari i no passin més anys, o suplicant per a tornar enrere. Somiem amb ser independents i posar-nos les nostres pròpies rentadores, però quan ho som trobem a faltar la convivència, la convivència a casa, amb la família.

M'assec en el sofà, com cada tarda després de treballar. No esmorzar, el cansament m'obliga a asseure'm, ja soparé. Total, no hi ha ningú que m'obligui a ingerir alguna cosa, solament per a no passar fam, per a no tenir desordres alimentosos, ja saps, coses de mare. Encenc el televisor, gens interessant. Ho deixo encès, per a no sentir-me tan sol. Agafo una revista i la llambrego, és de fa dos mesos, hauria de comprar-me altra més actual, pràcticament ja em sé tots els articles.
Encenc el portàtil. Res de nou. Investigo sobre temes de possible interès, treballaré sobre algun tema per a exposar-lo en el meu blog. Més tard m'adono que no m'apeteix. Que les ganes se m'han anat igual que el somriure, que no he llevat en tota el matí. És el que té treballar de cara al públic.

Agafo la novel·la que llegeixo per a matar les hores. Avui no tinc ganes de perdre'm per les lletres. Avui trobo a faltar alguna cosa. A algú. Com tots els dies. Assec que em falta alguna cosa. Suposo que ho buscaré. Encara que no estigui dintre de la rutina. Se'm rellisquen les parpelles. Em demanen a crits que els deixi tancar-se, i així ho faig.

Quan em desperto m'adono que m'he passat vuit hores dormint. Altra tarda perduda. Demà ho faré millor, demà aniré al Park Güell a asseure'm a llegir. La tarda demà serà per a mi. La tarda demà la dedicaré a buscar(em).


Com sempre. Sopo un gelat. La tele segueix encesa, l'apago. Poso la música el més alt que em permeten els meus veïns. Encantadors. Busco en internet una mica amb el que entretenir-me. El messenger. Com sempre ella no està connectada. Ho deixo obert, per si apareix.

Fer-se major i independitzar-se sona bé, però es viu realment sol. Encara sort que tinc balconada, per a relaxar-me. M'assec en una cadira en la balconada. Observo a la gent caminant per La Diagonal, amb por que surti algú de qualsevol cantó i els robi el poc que tenen, és tard, no haurien de caminar per aquí. Obro una cervesa, Coronita. Em bec mitja d'un glop. Ara tot es veu millor.



La palabra una vez hablada, vuela y no torna.

Quinto Horacio Flaco Horacio.




Por cierto, no veais Mentiras y gordas, no merece la pena.

lunes, 13 de julio de 2009

Tú. Tú lo eres. Eres para mí.

A veces le faltaba el humor y tenía esos silencios llenos de pensamientos de las chicas inquietas y neuróticas. En aquellos instantes sus ideas parecían converger hacia dentro, y la fuerza de la ideación le impulsaba a callar.

Pío Baroja, El árbol de la ciencia ( pág. 107)






Tengo insomnio. Quizás debido a esos silencios tuyos que tanto me intrigan. Quizás porque me encantaría saber qué piensas para saber qué decir en cada momento.
Puede que tenga insomnio por eso o porque mis ojos me piden que observe cada una de tus respiraciones mientras duermes.
Quizás tengo insomnio porque sé que no te volverás a enredar entre mis dedos en un par de semanas o incluso meses.
A lo mejor no tengo insomnio, a lo mejor sólo te echo de menos aunque no te hayas ido. A lo mejor te echo de menos cuando estás en silencio.

Me gusta cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

[...]

Me gusta cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Pablo Neruda.

-Tú.
-¿Yo qué?
-Tú lo eres.
-¿Que soy qué?
-Eres para mí - Él se acercó a ella y la besó. Y así fue como con un beso sellaron aquel pacto infinito en el que prometieron no separarse. No abandonarse.


Para mí, tú eres amor.




Se fue.

viernes, 10 de julio de 2009

En.amor.a.miento

"A Andrés le gustaba encontrarse con un tipo distinto a la generalidad. En las novelas se daba como una anomalía un hombre joven sin un gran amor; en la vida lo anómalo era encontrar un hombre enamorado de verdad. El primero que conoció Andrés fue a Lamela; por eso le interesaba"

Pío Baroja, El árbol de la ciencia (pág.75).


¿Por qué será que en la vida lo anormal es encontrar a alguien enamorado? Pero enamorado de verdad. No vale atracción. Amor. AMOR. ¿Por qué nos enamoramos? Científicamente está comprobado que, cuando nos enamoramos en el cerebro se produce una sustancia llamada feniletilamina, que es un compuesto que proviene de las anfetaminas, también el cerebro segrega dopamina, responsable de desear algo y de repetir cualquier acción que nos provoque placer, además de norepinefrina y oxiticina, que maneja el deseo sexual. La feniletilamina disminuye cuando aparece una desilusión amorosa, y es así que se produce un síndrome de abstinencia, que lleva en muchos casos, al consumo de chocolates que es el alimento más rico en feniletilamina. Mientras dura el amor, la actividad de esta sustancia permanece en el cerebro durante dos o tres años o en algunos casos un poco más. Cuando se termina este proceso es cuando se termina el amor.

Para Freud lo que mide el grado de enamoramiento es el instinto de ternura, que no se dirige a la satisfacción sexual directa. También dice que todos los objetos de los cuales nos enamoramos se basan en algunos rasgos de nuestras primeras relaciones, de manera tal, que la persona elegida es idealizada y no se la somete a ninguna crítica.

Pero bueno, esto tampoco me resuelve mucho mi duda: ¿Por qué nos enamoramos?

También sería correcto preguntarse por qué NO nos enamoramos. Quizás porque estas nuevas generaciones de hombres han perdido la delicadeza con la que antes se trataba a las señoritas, los elogios, las buenas formas. Y las señoritas han perdido la ingenuidad, la frescura, la candidez. No todas, pero la gran mayoría se comportan de manera poco inocente. Poco señorita.

Este último párrafo sólo ha sido una reflexión poco trabajada.


Y dime, ¿qué es el amor? No es más que la obsesión que se siente hacia una persona. El hacerse adicto a esa persona. El amor son unos nervios que aparecen en tu estómago, que suben por la tráquea y se enredan con las cuerdas vocales, impidiéndote hablar, y dejándote casi sin respirar, por lo que casi no te llega aire al cerebro, por lo que casi no puedes pensar con claridad y razonar las cosas. Eso es el amor: un casi sentimiento (ir)racional.


Y dime, ¿qué es el amor para tí?

martes, 7 de julio de 2009

Blanco, esto va por la "Verdad".


¿Te gusta Nietzsche? (Supondré que respondes que sí). A mí también. Te diré: Afirmas que la felicidad sin verdad es ilusión. Yo creo que ambas son ilusiones inalcanzables.
Nietzsche dijo:

¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y que no son ahora ya consideradas como monedas sino como metal.

(Nietzsche, "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral")


Si Nietzsche no acaba de convencerte, te pondré a otro pensador, Ortega y Gasset, que afirma que la verdad son posibles diversos puntos de vista o perspectivas y no tiene sentido determinar cual de ellos es el verdadero. Lo real, lo verdadero tiene lugar en el momento que asumimos nuestro punto de vista:

Desde este Escorial, riguroso imperio de la piedra y la geometría, donde he asentado mi alma, veo en primer término el curvo brazo cíclopeo que extiende hacia Madrid la sierra del Guadarrama, el hombre de Segovia, desde su tierra roja, divisa la vertiente opuesta. ¿Tendría sentido que disputásemos los dos sobre cuál de ámbas visiones es la verdadera? Ambas los son ciertamente por ser distintas.

(Ortega y Gasset, "El espectador")


Así pues, según Ortega, si la verdad son diversos puntos de vista, la verdad no será la misma para todos, entonces, ¿realmente la verdad existe? ¿O la verdad es, como afirma Nietzsche, un producto meramente humano? Nietzsche decía que las verdades objetivas no existen, que lo que cada época o cada pueblo consideraba como verdad, lo hacía porque correspondía a sus preferencias o a intereses de algún tipo. Entonces, la verdad será según lo que te rodee.

En definitiva, la verdad y la felicidad, si las tienes unidas, tendrás un montón de ilusión. Tendrás TU verdad, que puede que sea muy distinta a la verdad de tu compañera. Si en algo están de acuerdo Ortega y Nietzsche con respecto a este tema, es que la verdad será según, según quién la mire o según lo que le convenga a quien dice lo que es verdad y lo que es mentira. Entonces, desde mi punto de vista, la verdad no existe. La verdad es algo demasiado subjetivo para clasificarlo dentro de lo existente. (Si te das cuenta, ahora estoy afirmando que la verdad no existe, para mí esta afirmación es cierta, pero puede que para tí no).


Brindemos por Nadie:
"La felicidad sin verdad es una ilusión".


En realidad lo único que quería preguntarte era:
¿Podrías definirme verdad y felicidad?

Cosificados.

"Cine y literatura son lenguajes diferentes desde el momento mismo en que se escribe la primera palabra de una novela o un guión. En la narrativa se escribe para buscar lo que se quiere escribir. Es preciso crear un magma emocional desde el cual brotará la historia, luminosa entre las opacidades y turbulencias. En el guión hay que saber desde el inicio qué historia se va a contar. El final del filme reclama que las partesse ordenen en función de él. No se puede dar un paso sin saber dónde se dará el siguiente."


Antonio Skármeta, escritor chileno, que estudió filosofía.
Se interesó por la filosofía de Sartre, Camus y Heidegger.


Estoy ahorrando para comprarme su libro, "El baile de la victoria", estoy seguro de que será totalmente orgásmico.

El cine cada vez va degenerando más, en gran medida, no todo. Las comedias románticas siempre tienen el mismo final, la guapa se queda con el marginado y el malo muere o se hace bueno. Las películas de miedo, son todas iguales, excepto Saw, que tiene un mensaje bastante bueno. Cuando salió la película de Terminator Salvation, fui a verla solo, como de costumbre, y me asombré al comprobar que tiene un mensaje bastante actual. Cuando vi la primera, era joven, no comprendí, para mí solo era una película más de acción, pero esta vez me percaté realmente de lo que quería transmitir: Los seres humanos estamos cosificándonos a nosotros mismos, de repente nuestros amigos se convierten en máquinas (ordenadores, mp3, móvil, televisión), si continuamos así acabaremos siendo robots, actuando todos igual, como en la película. Debemos sacrificarnos por los sentimientos, porque continuen latentes. Dejarnos de programas que nos dejen fríos, dejarnos de ordenadores que nos conviertan en ratas solitarias, dejarnos de chorradas, apreciar lo verdaderamente real, sentarnos en un parque, o prado, disfrutar de la brisa, del frío, del calor, de la lluvia, de la nieve, de las tormentas, del viento, de los pájaros, de las ardillas, de los lagos, de los ríos, ¿para qué necesitamos engancharnos a un ordenador? Está muy bien para informarnos y comunicarnos con gente que esté lejos, pero ya está, no lo necesitamos para nada más. Disfrutemos de la vida. Contemplar el amanecer con ella.

Dejemos las cosificaciones para las películas de ciencia ficción, dejemos los robots, dejemos de actuar todos igual, dejemos de ser predecibles. Actuemos por impulsos. Sin miedos.


Dejemos los miedos para las noches solitarias.

lunes, 6 de julio de 2009

Un poco de "Filosofía de la sospecha".

Texto de Nietzsche, perteneciente a una de sus obras finales, en la que reflexiona sobre su propia filosofía y sobre los libros en los que la ha plasmado:

Quien sabe respirar el aire de mis escritos sabe que es un aire de alturas, un aire fuerte. Es preciso estar hecho para ese aire, de lo contrario se corre el peligro no pequeño de resfriarse en él. El hielo está cerca, la soledad es inmensa - más qué tranquilas yacen todas las cosas en la luz! /.../ - La filosofía, tal como yo la he entendido y vivido hasta ahora, es vida voluntaria en el hielo y en las montañas- búsqueda de todo lo problemático y extraño en el existir, de todo lo proscrito hasta ahora por la moral. Una prolongada experiencia, proporcionada por ese caminar en lo prohibido, me ha enseñado a contemplar las causas a partir de las cuales se ha moralizado e idealizado hasta ahora, de un modo muy distinto a como tal vez se desea: se me ha puesto al descubierto la historia oculta de los filósofos, la psicología de sus grandes nombres. ¿Cuánta verdad soporta, cuanta verdad osa un espíritu?, esto se fue convirtiendo cada vez más, para mí, en la auténtica unidad de medida. El error - el creer en el ideal - no es ceguera, el error es cobardía /.../ Toda conquista, todo paso adelante en el conocimiento es consecuencia del valor, de la dureza consigo mismo, de la limpieza consigo mismo/.../ Yo no refuto los ideales, ante ellos, simplemente me pongo los guantes /.../ "Nos lanzamos hacia lo prohibido": bajo este signo vencerá un día mi filosofía, pues hasta ahora lo único que se ha prohibido siempre, por principio, ha sido la verdad.

(Nietzsche, "Ecce Homo", Alianza Editorial, Madrid, 1987, pág. 16·17)

Tú que pasas por aquí y lees, ¿cometes el error de la cobardía? ¿ Te lanzas a las oportunidades o te retiras del combate cuando ves zonas de inestabilidad?

Cartas.


"La vida consiste no en tener buenas cartas, sino en jugar bien las que uno tiene"
Josh Billings.

Pregúntate si lo que haces te lleva a la felicidad. La felicidad es la meta a la que tienes que llegar. Una vez llegues a conseguir la felicidad total, ya estás listo para morir. La vida no tiene otro sentido más que ese. Buscar esa "felicidad", que no existe. ¿Cómo se puede ser feliz si a cada paso que uno da hay una restricción? ¿Cómo se puede ser feliz estando atado por miles de normas absurdas? La felicidad va de la mano de la libertad, ¿acaso existe la libertad? Una vez, me senté al lado de una monja, en un parque, y tras una larga charla sobre la libertad, la felicidad, etc.. me dijo: "Tu libertad termina dónde empieza la del otro". En ese entonces yo tenía quince años y era de esos chavales que se creen que tienen el mundo en sus manos y pueden hacer lo que les de la gana. No comprendí aquello que me dijo la monja, hasta que maduré un poco y lo volví a pensar, y me di cuenta de cuánta razón tenía aquella señora. La libertad de uno termina cuando el otro se planta y dice "NO", te dice que no. Y tu ya no puedes continuar. Entonces, ¿realmente somos libres? ¿realmente llegamos en algún punto de nuestra vida a ser felices? ¿acaso se puede ser feliz en una sociedad llena de estrés, de gente que habla sin pensar y otros pocos que piensan sin hablar?

¿Estás yendo realmente por el camino que te llevará a la casi-felicidad ? Si es que no, cambia tu rumbo, juega tus cartas, juégalas de manera que seas tú el que gane. Juégalas por ti.


Saludos.