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¿Se puede considerar a la filosofía como un arte?



jueves, 16 de septiembre de 2010

Fugacidades.

-Eh, chaval, ¿tienes un pitillo?- Era un hombre de pelo cano y ojos claros. Su cara revelaba unos cuarenta años largos. Pero sus ojos azules, igual que el agua cristalina de las playas, contaban historias que habían envejecido su carácter. Por supuesto, le dejé un cigarrillo y volví a la lectura en la que estaba sumido antes de que me interrumpiera.

-¿Sabes? Cuando yo era joven, también me gustaba leer en los parques. Con la brisa, los árboles, los niños... pero hace mucho que... - Se sentó a mi lado y se encendió el cigarrillo, dio una profunda calada y miró cómo iba lentamente consumiéndose, volviéndose ceniza. No continuó la frase.

Pude ver en sus brazos lo que eran unas cicatrices. Unas líneas que iban por el interior del antebrazo, desde la muñeca hacia el codo. Y lo supe. Sentí el impulso de preguntarle cómo había podido sobrevivir a tal lesión sin desangrarse, pero no me pareció adecuado. Y, de repente, como si me hubiese leído la mente dijo:

- Yo antes no apreciaba lo que era el mundo. Yo lo quería todo y no tenía nada, y no porque no me esforzara, no. Más bien... diremos que no tuve suerte. La vida es como... el póker. El azar reparte las cartas y te toca jugarlas, apostar, arriesgar. Y hay veces que no te toca ni un ápice de luz.

- Quien persevera alcanza - dije mirando al frente. Como si lo supiera todo sobre la vida, con la nariz alta, creyéndome que podía dar lecciones a un señor que me doblaba la edad.

- Sí, claro - dijo muy serio. Entornó los ojos, dio una calada, me miró; miró a sus rodillas y negó suavemente con la cabeza. La volvió a levantar, me miró y volvió la mirada al frente, relajando su cuerpo. - Yo tuve una amiga que aprendió a matarse. - Aquella declaración hizo que le mirara fijamente, abrí mucho los ojos y levanté ambas cejas, - se llamaba Lorena. Se tiró por la ventana un par de veces, pero siempre sobrevivía. Un día de otoño, averiguó cómo hacerlo: tirándose de espaldas. - Se levantó, y se marchó.

martes, 7 de septiembre de 2010

Flies.

¿Cuántos días son necesarios para desintoxicarse de la persona a la que se ama?

Todo era perfectamente perfecto.
Sin amor. Con cariño. Caricias que hacen al cuerpo revivir.
Volver a suspirar. Que hacen que la piel vuelva a erizarse, y el corazón se acelere.
Que la sangre se amontone de nuevo, haciendo posible el buceo bajo sus caderas.
Todo era perfectamente perfecto hasta que sin avisar dos palabras se derrumbaron como la torre de Babel y terminamos por hablar dos idiomas diferentes, sin entendernos una palabra. Gritos y portazos fue todo lo que quedó de su presencia canela.
Sí, su piel era canela. Ella era candela. Iluminaba mi soledad de ensueño. Mis callejones sin salida, plagados de gatos que sigilosos paseaban de un lado a otro procurando su territorio.

jueves, 15 de abril de 2010

Pequeñas dosis.

Estrés...

Al fin, un rayo de luz natural, no de flexo cochambroso, entra a través de las persianas, me penetra a través de los párpados que aún tengo cerrados. Estudiar durante todo el día y salir de fiesta por la noche se han vuelto reglas imprescindibles para la vida del que cree que se le está acabando el chollo. Dentro de poco estaré encerrado en alguna oficina.

A mi lado está la chica que conocí hace una semana. Nos vemos con asiduidad, generalmente cuando la calle ya no es segura para los niños. Aunque ella es una niña. Le queda un año para empezar la universidad. Pero es deliciosa, tiene una mente deliciosa.

Las cosas ya no son lo que eran. Hemos cambiado tanto en tan poco tiempo... Ahora los niños dejan de ser niños con quince años... pero con actitudes de niños... Y no, no se puede beber alcohol, llegar a casa y mearse en la cama. Eso sería una confluencia de dos mundos totalmente distintos y que no tienen nada que ver.

Una rubia, alta y delgada muchacha de ojos claros reposa su cabeza sobre mi pecho, desnudo, mientras fumo un cigarrillo. Totalmente a lo película americana.

Se despertará en cuestión de minutos y yo estaré esperándola en la cocina con una tostadas y unos cafés. Ella se levantará y se pondrá mi camiseta, que le llegará a penas a los muslos. Arrastrará los pies hasta la cocina mientras se frota los ojos y se intenta adecentar el pelo liso que le cae sobre los hombros y que se mueve al ritmo de sus pasos. Y me enredará en los nudos de su cabello que huele a frutas.

Hablará sin parar durante el desayuno y yo la miraré sonriendo. Pero no estaré atento a lo que dice, porque hablará sin pensar sobre cualquier cosa. Y la contemplaré como unta la mantequilla con ese amor con el que lo hace todo. Con esa delicadeza. Con esa manera angelical tan suya.

No, no estoy enamorado.
Quizás... sólo esté encaprichado.

Me siento un poco como Jude Law en Alfie. Cuando conoce a esa chica tan guapa que se va a vivir con él. Ella no vive conmigo, pero... sus padres se pasan los días fuera de casa y no le hacen ni caso. ¿Tener hijos para ésto? Vaya gilipollez.

La cosa es que me entretiene, me mantiene despejado. Me relaja. Sí, definitivamente es una buena amante. Quizás yo sea demasiado mayor para ella, pero... la diversión y los caprichos son así, sin reglas y con muchas... muchas trampas.

martes, 5 de enero de 2010

Un poco de nada y nada más.

¿Qué se puede esperar de una vida en la que se tiene todo?

La gente viene y va, sobretodo, la gente se va.
Levantamos la cabeza y solo vemos un apocalipsis, pero a nuestra manera.
Somos nuestra propia condena.



Ayer me senté en un bar a charlar con una noia. Me hablaba de lo insatisfecha que se sentía con respecto a su vida. Sentía ganas de huir, de levantarme y dejarla sola hablando de todas las cosas que podría haber tenido y no tenía porque... ¿por qué?
Por nada. La gente con dinero lo tiene todo, o casi todo.
Dicen que el dinero no hace la felicidad, es cierto pero... ayuda a conseguirla.

Qué suerte tienen algunos.

Esta chica me explicaba que los exámenes los tenía en enero y no sabía cómo iba a aprobar.
Nunca he comprendido este tipo de cuestiones, está claro que aprobará si estudia, y así se lo hice saber. Me miró como si estuviera loco. Realmente, a mí no me parece un plan tan descabellado.

La chica era guapa. De esas que aún parecen inocentes e ingenuas.
Cinco cervezas ella, una yo, más tarde estábamos en mi coche.
Y me sentí vacío. Así que en lugar de tener un sexo excepcional, la llevé a casa.

De camino a casa me di cuenta de algo, la gente no sabe lo que quiere.
La gente quiere que otros ajenos a uno mismo les solucione el mundo.
Facilidades. Gente con facilidades.
Lo peor de todo, es que siempre hay alguien dispuesto a solucionar "el mundo" de otros.
Llámalo madre, llámalo amigos...

Al final concluí que... tal vez, la independencia no estaba tan mal.
Quizás era yo el que estaba yendo al revés.
Era probable que no estuviese mirando el mundo a través del cristal adecuado.
Qué demonios. Quizás era hora de apartar cristales y mirarlo directamente a los ojos.

Uno debe dedicarse a la reflexión para poder madurar más y mejor.
Uno debe dedicarse a uno.

sábado, 26 de diciembre de 2009

El hombre no puede hablar del mundo nouménico.

El "mundo verdadero" sobre el que versa la Metafísica, el de las esencias, es ficticio e irreal. A juicio de Nietzsche, esta distinción metafísica entre el mundo real y el aparente, formulada por primera vez por la filosofía platónica, late también en la distinción kantiana entre fenómeno (mundo aparente) y noúmeno (mundo real).

Para Nietzsche, el mundo nouménico es algo sobre lo que no tiene sentido hablar, pues nuestro conocimieno no puede extenderse más allá de los fenómenos sensibles. No existe la cosa en sí, y si existiera no podría ser conocida. Sólo existe la realidad de los fenómenos, de las apariencias, única verdadera realidad. Para Nietzsche, hablar de un mundo real y un mundo aparente es un símbolo de decadencia.

El "mundo real" es pura ficción. El mundo tachado por la filosofía anterior como "mundo aparente", es el único que existe.

domingo, 13 de diciembre de 2009

No ser. No sentir. Sólo vivir.

Una habitación vacía. Una habitación vacía y una ventana abierta. En ese escenario encontraron el cadáver de mis ganas de saber. De mis ganas de saber más que nadie.

Pasé la noche con una copa en la mano, dándole vueltas al vino que había en ella, mirando el recorrido que hacía, amenazando con salirse. Me pregunté para qué quiere uno saber si no tiene a quién enseñarle lo que sabe. Al no encontrar respuesta, cerré el libro de filosofía contemporánea y me bebí de un trago lo que quedaba en la copa, apagué la luz y ya no quise saber nada más, nada más sobre nadie más.

Hoy pasé por delante de un espejo y no me vi reflejado, pensé soy un vampiro, pero recordé que ya no soy. Yo era ganas de saber. Yo era pasión por el saber. Yo ya no soy ni ganas, ni pasión, yo ya no soy.

Al final uno cumple años y el deber te resta tiempo para dedicarlo a aprender. Aprender. Hoy prefiero mirar atentamente como se consume un cigarrillo entre mis dedos. Hoy prefiero aprender a hacer anillos de humo. Hoy prefiero aprender a enredarme en alguna melena (o en algún pelo corto, suave).

Las cervezas bajan, una a una, al final uno más uno son siete, como dijo Fran Perea. Siete cervezas más tarde, con ninguna otra luz más que la del cigarrillo prendido, uno aprende que en la vida no se pierde ni se gana, se vive.

La cabeza dando vueltas. Cojo el coche, precaución. La playa está sola, a excepción de un par de amantes que hay por ahí dando vueltas. Me siento en la arena, con las rodillas flexionadas entre los brazos, mirando el mar. Entonces, me acuerdo, donde yo vivía también hay playas. Alucinantes. Nostalgia. Me faltó gente por conocer. A pesar de todo sé, que más allá de mis promesas, no volveré. No volveré porque no quiero salir de casa por la mañana y volver por la noche habiendo visitado todos los lugares mágicos, infestados de turistas o de simples extranjeros. Qué pena. Qué pena.

Hoy me apetece correr desnudo por la orilla de los placeres de la vida, de la vida de hoy:

1er placer. Bañarse de noche en la playa. Así mismo, con ropa y todo, dejando los efectos personales, me doy un chapuzón. Salgo. La ropa se pega a mi piel. No hace frío, simplemente me congelo. Sería estupendo estar ahora mismo en Fañabé.

2º placer. Acostarse bajo el cielo negro en la arena, para ver las estrellas. La arena pegándose a mi cuerpo y yo, como si nunca hubiese visto una, mirando fijamente al cielo, buscando la estrella que más brilla, para ponerle nombre. Me hubiese gustado estar en el Teide aquel 12 de agosto.

3er placer. Volver a casa escuchando Monk a todo volumen. Corriendo, sin pausas. Tarareando las canciones arañándome la garganta. Dejándome los pulmones en cada nota. Me hubiese gustado haber ido al Festival de Jazz.

4º placer. Volver a casa y que nadie te pida explicaciones. Callado, me quito los zapatos en la entrada. Me quito la camiseta en el salón. Pongo una lavadora de lo-que-sea. Enciendo el televisor para que me haga compañía, aunque lo que haya sea una película porno. Quizás en este punto ya he perdido el sentimiento nostálgico.

Estos son los placeres de hoy. Los que me han hecho ser más humano. Estos son los que me han devuelto las ganas. Las ganas de saber. Aunque me han quitado las de escribir. Porquería más porquería, no se acepta.

Recostando la cabeza sobre la almohada puedo recordar la ropa pegada a su piel, empapada. San Juan. No hubo forma de entablar una conversación con ella, nunca crucé ni una sola palabra con ella, pero allí estaba, mirándome fijamente desde lejos, mientras salía una palabra tras otra de mi boca. Así es que si algún día vuelvo, iré a buscarla, sólo volveré para buscarla y llevármela lejos, donde podamos conversar, a solas, sobre los placeres de la vida. Sobre el placer que es que pueda fijar mis ojos en los suyos sin incomodidades. El placer que es que pueda rozar sin querer su mano con la mía. Si algún día vuelvo, iré a buscarla.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Réquiem.

Estoy cansado.
Cansado de siempre lo mismo y nunca nada.
Al final, y como ya he dicho, todo se sabe.
No me llamo Bruno, no vivo en Barcelona,
no voy a la universidad, no tengo un blog.
Ya no soy. No quiero ser.