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¿Se puede considerar a la filosofía como un arte?



sábado, 25 de julio de 2009

Me dejé muchas cosas atrás.

-¿Por qué los hombres hacemos lo que hacemos?
-Por las mujeres.

End Game.

Era muy guapa, con una nariz pequeña y respingona y cara de buena; cabello oscuro, pecas, ojos azul claro. La había visto en algún sitio, quizá haciendo cola en el bar, pero no le había prestado mucha atención. Pero ahora estaba a mi lado, como una aparición, bebiendo vino tinto de un vaso de plástico y llamándome por mi nombre.

No entendía nada de lo que me decía, pero el timbre de su voz era muy claro pese al ruido: alegre, estridente, extrañamente agradable. Me incliné hacia delante y me llevé la mano a la oreja:

-¿Qué?- dije.

Ella rió, se puso de puntillas, acercó su cara a la mía. Perfume. La violencia de sus cálidos susurros en mi mejilla. La cogí por la cintura.

-Hay demasiado ruido. - le dije al oído; rocé su cabello con los labios -Vamos fuera.

Ella volvió a reírse.

-Pero si acabamos de entrar -dijo-. Decías que te estabas muriendo de frío.

Hummmm, pensé, me miraba con sus ojos claros, como si me encontrase graciosísimo.

-Vamos a un sitio más tranquilo -dije.

Alzó su vaso y preguntó:

-¿A tu casa o a la mía?

-A la tuya -contesté sin vacilar.

Era una buena chica. Dulces risas en la oscuridad y su cabello cayéndome sobre la cara; me hizo gracia su respiración entrecortada, que me recordaba a la de las chicas del instituto. Casi había olvidado el calor que se sentía al abrazar otro cuerpo. ¿Cuánto tiempo hacía que no besaba a nadie de aquella forma? Meses, muchos meses.

Era extraño pensar lo fáciles que podían ser las cosas. Una fiesta, unas cuantas copas, una chica guapa y desconocida. Así era como vivían la mayoría de mis compañeros: en el almuerzo hablaban con bastante timidez sobre sus aventuras de la noche anterior, como si ese inofensivo e íntimo pequeño vicio, situado por debajo de la bebida y por encima de la gula en el catálogo de los pecados, fuera el colmo de la depravación y la disipación.

Todo aquello me recordaba demasiado a mi juventud, y sin embargo ahora parecía increiblemente remoto e inocente, un recuerdo de algúna lejana fiesta adolescente. Su brillo de labios sabía a goma de mascar. Hundí el rostro en su cuello, blando y con un ligero olor acre, y me mecí con ella, murmurando, balbuceando, sintiendo cómo caía más y más en una vida oscura y medio olvidada.

miércoles, 22 de julio de 2009

Griego clásico II .

Empecemos a hablar de la locura inducida por los dioses:poética, profética y, finalmente, dionísiaca, que es, con mucho, la más misteriosa. Estamos acostumbrados a pensar que los éxtasis religiosos sólo se dan en las sociedades primitivas, pero se producen frecuentemente en los pueblos más cultivados. La verdad es que los griegos no eran muy diferentes de nosotros. Eran un pueblo muy convencional, extraordinariamente civilizado y bastante reprimido. Y, sin embargo, con frecuencia se entregaban en masse al más salvaje de los entusiasmos (danzas, delirios, matanzas, visiones), lo que a nosotros, imagino, nos parecería una locura clínica, irreversible. Pero los griegos (en cualquier caso algunos) podían entrar y salir de ese arrebato cuando querían. No podemos descartar estos relatos como si fueran mitos. Están bastante bien documentados, a pesar de que a los comentaristas antiguos les desconcertaban tanto como a nosotros. Algunos dicen que todo era resultado de la oración y el ayuno; según otros, lo ocasionaba la bebida. Sin duda la naturaleza colectiva de la historia también tiene que ver con ello. Y aún así, es difícil explicar el radicalismo de este fenómeno. Al parecer, los participantes en la fiesta eran arrojados a un estado no racional, preintelectual, en que la racionalidad era reemplazada por algo totalmente diferente, y por diferente entiendo, según todos los indicios, no mortal. Inhumano.

Piensa en Las Bacantes, una obra cuya violencia y salvajismo, a mí personalmente, me hacen sentir incómodo, así como el sadismo de su dios sanguinario. Comparada con otras tragedias dominadas por principios de justicia reconocibles, por muy crueles que fueran, ésta representaba el triunfo de la barbarie -oscura, caótica e inexplicable- sobre la razón.

No nos gusta admitirlo, pero la idea de perder el control es la que más fascina a la gente controlada, como nosotros. Todos los pueblos verdaderamente civilizados (los antiguos menos que nosotros) se han civilizado a sí mismos mediante la voluntaria represión de su antiguo yo, su yo animal. ¿Somos realmente muy distintos de los griegos o de los romanos, obsesionados por el deber, la piedad, la lealtad, el sacrificio? ¿Todas esas cosas que para el gusto moderno son tan frías? Y es una tentación para cualquier persona inteligente, especialmente para perfeccionistas como los antiguos o como yo -risa-, intentar matar nuestro yo primitivo, emotivo, apetitivo. Pero es un error. ¿Por qué? Porque es peligroso ignorar la existencia de lo irracional. Cuanto más cultivada es una persona, cuanto más inteligente y más reprimida, más necesita algún medio de canalizar los impulsos primitivos que tanto se ha esforzado en suprimir. De otro modo, estas poderosas y antiguas fuerzas se concentrarán y fortalecerán hasta que sean lo bastante violentas para estallar, con más violencia a causa de la demora, a menudo lo suficientemente fuertes para destruir por completo la voluntad. Como advertencia de lo que sucede sin esta válvula de escape tenemos el ejemplo de lo romanos. Los emperadores. Por ejemplo, piensa en Tiberio, el feo hijastro que intentaba vivir con arreglo a la autoridad de su tío Augusto. Piensa en la tremenda, imposible tensión que tuvo que soportar, obligado a seguir los pasos de un salvador, de un dios. El pueblo lo odiaba. Por mucho que lo intentara, nunca fue lo bastante bueno, nunca pudo librarse de su odioso yo, y al final las compuertas se rompieron. Se entregó a sus perversiones y murió, viejo y loco, perdido en los deliciosos jardines de Capri. Ni siquiera fue feliz allí, como se podía haber esperado, sino desdichado. Antes de morir, escribió una carta al Senado: "Ojalá todos los dioses y diosas me visitaran trayendo una destrucción más completa que la que sufro cada día." Piensa en los que le sucedieron. Calígula, Nerón.

El genio romano, y tal vez su defecto, era la obsesión por el orden. Se ve en su arquitectura, en su literatura, en sus leyes. Esa feroz negación de la oscuridad, la sinrazón, el caos. -Risa-. Es fácil comprender por qué los romanos, por lo general tan tolerantes con la religiones extranjeras, persiguieron sin piedad a los cristianos: qué absurdo pensar que un delincuente común había resucitado de entre los muertos, qué detestable que sus seguidores lo celebraran bebiendo su sangre. Lo ilógico de esta religión los aterrorizaba, e hicieron todo lo posible para aplastarla. De hecho, creo que si adoptaron medidas tan drásticas fue no sólo porque los aterrorizaba, sino porque los atraía terriblemente. Los pragmáticos son a menudo extrañamente supersticiosos. A pesar de toda su lógica, ¿quién vivía en un terror más abyecto de los sobrenatural que los romanos?

Los griegos eran diferentes. Sentían pasión por el orden y la simetría, como los romanos, pero sabían cuán insensato era negar el mundo oculto, los viejos dioses. Emoción, oscuridad, barbarie. ¿Recuerdas lo que dije antes, que las cosas sangrientas y terribles son a veces las más bellas? Es una idea muy griega y muy profunda. La belleza es terror. Temblamos ante todo lo que llamaos bello. Y ¿hay algo más terrorífico y bello, para almas como las griegas o la mía -risa-, que perder por completo el control? ¿Librarnos de las cadenas del ser por un instante, suprimir el accidente de nuestro yo mortal? Eurípides habla de las Ménades: la cabeza echada hacia atrás, la garganta hacia las estrellas, "más parecían ciervos que seres humanos". ¡Ser absolutamente libre! Desde luego, es imposible rechazar estas pasiones destructivas con medios más vulgares y menos eficaces. Pero ¡qué glorioso liberarlas en un único estallido! Cantar, gritar, danzar descalzo por los bosques en plena noche, con tan poca conciencia de la mortalidad como un animal. Son misterios poderosos. El bramido de los toros. Manantiales de miel brotando de la tierra. Si tenemos un alma lo bastante fuerte, podemos arrancarnos el velo y contemplar cara a cara la desnuda y terrible belleza; dejar que el dios nos consuma, nos devore, nos quiebre los huesos. Y luego nos escupa renacidos.

Y en esto, para mí, radica la terrible seducción del ritual dionisíaco. es difícil de imaginar para nosotros, ese fuego de puro ser.

La belleza es terror. Temblamos ante todo los que llamamos bello.

lunes, 20 de julio de 2009

Griego clásico.

Ahora me centro en la génesis de los filólogos y sostengo lo siguiente:
1. Un hombre joven no puede saber lo que son los griegos ni los romanos.
2. No sabe si está capacitado para averiguar algo de ellos.

Friedrich Nietzsche, Consideraciones Intempestivas.



¿Por qué nos atormenta tanto esa vocecilla obstinada en el interior de nuestras cabezas? ¿Será porque nos recuerda que estamos vivos, nuestra mortalidad, nuestra alma individual, a la que, después de todo, nos asusta rendirnos y sin embargo nos hace sentir más desgraciados que ninguna otra cosa? Pero ¿no es el dolor lo que a menudo nos hace conscientes de nosotros mismos? Es terrible aprender, de niño, que uno es algo separado del resto de mundo, que nada ni nadie sufre con nosotros cuando nos escaldamos la lengua o nos hacemos un rasguño en la rodilla, que nuestros males y dolores son sólo nuestros. Aún más terrible, a medida que crecemos, es aprender que nadie, por muy querido que sea, podrá nunca comprendernos realmente. Nuestro propio yo nos hace profundamente infelices, y ésa es la razón por la cual estamos tan ansiosos de perderlo, ¿no lo crees así? ¿Recuerdas las Erinias? Las furias. Y ¿cómo enloquecían a la gente? Subían el volumen del monólogo interior, magnificaban hasta el límite las características que ya existían en alguien y hacían que la persona fuera tan sí misma que no podía soportarlo.

Y ¿cómo podemos perder este yo enloquecedor, perderlo por completo? ¿Con el amor? Sí, pero el viejo Céfalo oyó a Sófocles decir un día que hasta el último de nosostros sabe que el amor es un maestro cruel y terrible. Uno pierde su yo en favor del otro, pero al hacerlo se esclaviza y se convierte en un desdichado. ¿Con la guerra? Uno puede perder su yo en la alegría de la batalla, luchando por una causa gloriosa, pero hoy en día no hay muchas causas gloriosas. El derramamiento de sangre es algo terrible, pero las partes más sanguinarias del Homero y Esquilo son a menudo las más magníficas, por ejemplo ese discurso glorioso de Clitemnestra en Agamenón.


Y así, murió, y su espíritu vomitó;
exhaló, entonces, un chorro de sangre intempestuoso,
y me salpicó con gotas oscuras de sangriento rocío;
y yo me alegré no menos que las mieses ante el agua
de Zeus cuando está grávida la espiga.

Qué hermoso pasaje, nunca me cansaría de leerlo. Pero ¿cómo es posible que algo tan horrible, una reina que apuñala a su marido en la bañera, nos parezca tan bello? Aristóteles dice en la Poética que cosas tales como los cadáveres, desagradables de ver en sí mismos, pueden volverse deliciosos de contemplar en una obra de arte. Y yo creo que Aristóteles está en lo cierto. Después de todo, ¿cuáles son las escenas de la poesía que quedan grabadas en nuestra memoria, las que más nos gustan? Precisamente éstas. El asesinato de Agamenón y la cólera de Aquiles. Dido en la pintura funeraria. Las dagas de los traidores y la sangre de César... La muerte es la madre de la belleza. Y ¿qué es la belleza? El terror. La belleza raramente es suave o consoladora. Más bien al contrario. La genuina belleza siempre es bastante sobrecogedora.

Y si la belleza es terror, entonces, ¿qué es el deseo? Creemos tener muchos deseos, pero de hecho sólo tenemos uno. ¿Cuál es? Vivir.
Vivir eternamente.

miércoles, 15 de julio de 2009

Pensaments d'una ment solitària.

-¿Y Alberto? ¿De qué murió Alberto?-Preguntó mientras extendía la mano, esperando que le diera algo.
-De joven, ha muerto de joven. Supongo que se ha suicidado.- Contestó mientras depositaba en la palma de aquella mano las pastillas por las que le había pagado.




Ai, la joventut. Passem l'adolescència desitjant ser majors i quan som majors preguem per que el temps es pari i no passin més anys, o suplicant per a tornar enrere. Somiem amb ser independents i posar-nos les nostres pròpies rentadores, però quan ho som trobem a faltar la convivència, la convivència a casa, amb la família.

M'assec en el sofà, com cada tarda després de treballar. No esmorzar, el cansament m'obliga a asseure'm, ja soparé. Total, no hi ha ningú que m'obligui a ingerir alguna cosa, solament per a no passar fam, per a no tenir desordres alimentosos, ja saps, coses de mare. Encenc el televisor, gens interessant. Ho deixo encès, per a no sentir-me tan sol. Agafo una revista i la llambrego, és de fa dos mesos, hauria de comprar-me altra més actual, pràcticament ja em sé tots els articles.
Encenc el portàtil. Res de nou. Investigo sobre temes de possible interès, treballaré sobre algun tema per a exposar-lo en el meu blog. Més tard m'adono que no m'apeteix. Que les ganes se m'han anat igual que el somriure, que no he llevat en tota el matí. És el que té treballar de cara al públic.

Agafo la novel·la que llegeixo per a matar les hores. Avui no tinc ganes de perdre'm per les lletres. Avui trobo a faltar alguna cosa. A algú. Com tots els dies. Assec que em falta alguna cosa. Suposo que ho buscaré. Encara que no estigui dintre de la rutina. Se'm rellisquen les parpelles. Em demanen a crits que els deixi tancar-se, i així ho faig.

Quan em desperto m'adono que m'he passat vuit hores dormint. Altra tarda perduda. Demà ho faré millor, demà aniré al Park Güell a asseure'm a llegir. La tarda demà serà per a mi. La tarda demà la dedicaré a buscar(em).


Com sempre. Sopo un gelat. La tele segueix encesa, l'apago. Poso la música el més alt que em permeten els meus veïns. Encantadors. Busco en internet una mica amb el que entretenir-me. El messenger. Com sempre ella no està connectada. Ho deixo obert, per si apareix.

Fer-se major i independitzar-se sona bé, però es viu realment sol. Encara sort que tinc balconada, per a relaxar-me. M'assec en una cadira en la balconada. Observo a la gent caminant per La Diagonal, amb por que surti algú de qualsevol cantó i els robi el poc que tenen, és tard, no haurien de caminar per aquí. Obro una cervesa, Coronita. Em bec mitja d'un glop. Ara tot es veu millor.



La palabra una vez hablada, vuela y no torna.

Quinto Horacio Flaco Horacio.




Por cierto, no veais Mentiras y gordas, no merece la pena.

lunes, 13 de julio de 2009

Tú. Tú lo eres. Eres para mí.

A veces le faltaba el humor y tenía esos silencios llenos de pensamientos de las chicas inquietas y neuróticas. En aquellos instantes sus ideas parecían converger hacia dentro, y la fuerza de la ideación le impulsaba a callar.

Pío Baroja, El árbol de la ciencia ( pág. 107)






Tengo insomnio. Quizás debido a esos silencios tuyos que tanto me intrigan. Quizás porque me encantaría saber qué piensas para saber qué decir en cada momento.
Puede que tenga insomnio por eso o porque mis ojos me piden que observe cada una de tus respiraciones mientras duermes.
Quizás tengo insomnio porque sé que no te volverás a enredar entre mis dedos en un par de semanas o incluso meses.
A lo mejor no tengo insomnio, a lo mejor sólo te echo de menos aunque no te hayas ido. A lo mejor te echo de menos cuando estás en silencio.

Me gusta cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

[...]

Me gusta cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Pablo Neruda.

-Tú.
-¿Yo qué?
-Tú lo eres.
-¿Que soy qué?
-Eres para mí - Él se acercó a ella y la besó. Y así fue como con un beso sellaron aquel pacto infinito en el que prometieron no separarse. No abandonarse.


Para mí, tú eres amor.




Se fue.

viernes, 10 de julio de 2009

En.amor.a.miento

"A Andrés le gustaba encontrarse con un tipo distinto a la generalidad. En las novelas se daba como una anomalía un hombre joven sin un gran amor; en la vida lo anómalo era encontrar un hombre enamorado de verdad. El primero que conoció Andrés fue a Lamela; por eso le interesaba"

Pío Baroja, El árbol de la ciencia (pág.75).


¿Por qué será que en la vida lo anormal es encontrar a alguien enamorado? Pero enamorado de verdad. No vale atracción. Amor. AMOR. ¿Por qué nos enamoramos? Científicamente está comprobado que, cuando nos enamoramos en el cerebro se produce una sustancia llamada feniletilamina, que es un compuesto que proviene de las anfetaminas, también el cerebro segrega dopamina, responsable de desear algo y de repetir cualquier acción que nos provoque placer, además de norepinefrina y oxiticina, que maneja el deseo sexual. La feniletilamina disminuye cuando aparece una desilusión amorosa, y es así que se produce un síndrome de abstinencia, que lleva en muchos casos, al consumo de chocolates que es el alimento más rico en feniletilamina. Mientras dura el amor, la actividad de esta sustancia permanece en el cerebro durante dos o tres años o en algunos casos un poco más. Cuando se termina este proceso es cuando se termina el amor.

Para Freud lo que mide el grado de enamoramiento es el instinto de ternura, que no se dirige a la satisfacción sexual directa. También dice que todos los objetos de los cuales nos enamoramos se basan en algunos rasgos de nuestras primeras relaciones, de manera tal, que la persona elegida es idealizada y no se la somete a ninguna crítica.

Pero bueno, esto tampoco me resuelve mucho mi duda: ¿Por qué nos enamoramos?

También sería correcto preguntarse por qué NO nos enamoramos. Quizás porque estas nuevas generaciones de hombres han perdido la delicadeza con la que antes se trataba a las señoritas, los elogios, las buenas formas. Y las señoritas han perdido la ingenuidad, la frescura, la candidez. No todas, pero la gran mayoría se comportan de manera poco inocente. Poco señorita.

Este último párrafo sólo ha sido una reflexión poco trabajada.


Y dime, ¿qué es el amor? No es más que la obsesión que se siente hacia una persona. El hacerse adicto a esa persona. El amor son unos nervios que aparecen en tu estómago, que suben por la tráquea y se enredan con las cuerdas vocales, impidiéndote hablar, y dejándote casi sin respirar, por lo que casi no te llega aire al cerebro, por lo que casi no puedes pensar con claridad y razonar las cosas. Eso es el amor: un casi sentimiento (ir)racional.


Y dime, ¿qué es el amor para tí?

martes, 7 de julio de 2009

Blanco, esto va por la "Verdad".


¿Te gusta Nietzsche? (Supondré que respondes que sí). A mí también. Te diré: Afirmas que la felicidad sin verdad es ilusión. Yo creo que ambas son ilusiones inalcanzables.
Nietzsche dijo:

¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y que no son ahora ya consideradas como monedas sino como metal.

(Nietzsche, "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral")


Si Nietzsche no acaba de convencerte, te pondré a otro pensador, Ortega y Gasset, que afirma que la verdad son posibles diversos puntos de vista o perspectivas y no tiene sentido determinar cual de ellos es el verdadero. Lo real, lo verdadero tiene lugar en el momento que asumimos nuestro punto de vista:

Desde este Escorial, riguroso imperio de la piedra y la geometría, donde he asentado mi alma, veo en primer término el curvo brazo cíclopeo que extiende hacia Madrid la sierra del Guadarrama, el hombre de Segovia, desde su tierra roja, divisa la vertiente opuesta. ¿Tendría sentido que disputásemos los dos sobre cuál de ámbas visiones es la verdadera? Ambas los son ciertamente por ser distintas.

(Ortega y Gasset, "El espectador")


Así pues, según Ortega, si la verdad son diversos puntos de vista, la verdad no será la misma para todos, entonces, ¿realmente la verdad existe? ¿O la verdad es, como afirma Nietzsche, un producto meramente humano? Nietzsche decía que las verdades objetivas no existen, que lo que cada época o cada pueblo consideraba como verdad, lo hacía porque correspondía a sus preferencias o a intereses de algún tipo. Entonces, la verdad será según lo que te rodee.

En definitiva, la verdad y la felicidad, si las tienes unidas, tendrás un montón de ilusión. Tendrás TU verdad, que puede que sea muy distinta a la verdad de tu compañera. Si en algo están de acuerdo Ortega y Nietzsche con respecto a este tema, es que la verdad será según, según quién la mire o según lo que le convenga a quien dice lo que es verdad y lo que es mentira. Entonces, desde mi punto de vista, la verdad no existe. La verdad es algo demasiado subjetivo para clasificarlo dentro de lo existente. (Si te das cuenta, ahora estoy afirmando que la verdad no existe, para mí esta afirmación es cierta, pero puede que para tí no).


Brindemos por Nadie:
"La felicidad sin verdad es una ilusión".


En realidad lo único que quería preguntarte era:
¿Podrías definirme verdad y felicidad?

Cosificados.

"Cine y literatura son lenguajes diferentes desde el momento mismo en que se escribe la primera palabra de una novela o un guión. En la narrativa se escribe para buscar lo que se quiere escribir. Es preciso crear un magma emocional desde el cual brotará la historia, luminosa entre las opacidades y turbulencias. En el guión hay que saber desde el inicio qué historia se va a contar. El final del filme reclama que las partesse ordenen en función de él. No se puede dar un paso sin saber dónde se dará el siguiente."


Antonio Skármeta, escritor chileno, que estudió filosofía.
Se interesó por la filosofía de Sartre, Camus y Heidegger.


Estoy ahorrando para comprarme su libro, "El baile de la victoria", estoy seguro de que será totalmente orgásmico.

El cine cada vez va degenerando más, en gran medida, no todo. Las comedias románticas siempre tienen el mismo final, la guapa se queda con el marginado y el malo muere o se hace bueno. Las películas de miedo, son todas iguales, excepto Saw, que tiene un mensaje bastante bueno. Cuando salió la película de Terminator Salvation, fui a verla solo, como de costumbre, y me asombré al comprobar que tiene un mensaje bastante actual. Cuando vi la primera, era joven, no comprendí, para mí solo era una película más de acción, pero esta vez me percaté realmente de lo que quería transmitir: Los seres humanos estamos cosificándonos a nosotros mismos, de repente nuestros amigos se convierten en máquinas (ordenadores, mp3, móvil, televisión), si continuamos así acabaremos siendo robots, actuando todos igual, como en la película. Debemos sacrificarnos por los sentimientos, porque continuen latentes. Dejarnos de programas que nos dejen fríos, dejarnos de ordenadores que nos conviertan en ratas solitarias, dejarnos de chorradas, apreciar lo verdaderamente real, sentarnos en un parque, o prado, disfrutar de la brisa, del frío, del calor, de la lluvia, de la nieve, de las tormentas, del viento, de los pájaros, de las ardillas, de los lagos, de los ríos, ¿para qué necesitamos engancharnos a un ordenador? Está muy bien para informarnos y comunicarnos con gente que esté lejos, pero ya está, no lo necesitamos para nada más. Disfrutemos de la vida. Contemplar el amanecer con ella.

Dejemos las cosificaciones para las películas de ciencia ficción, dejemos los robots, dejemos de actuar todos igual, dejemos de ser predecibles. Actuemos por impulsos. Sin miedos.


Dejemos los miedos para las noches solitarias.

lunes, 6 de julio de 2009

Un poco de "Filosofía de la sospecha".

Texto de Nietzsche, perteneciente a una de sus obras finales, en la que reflexiona sobre su propia filosofía y sobre los libros en los que la ha plasmado:

Quien sabe respirar el aire de mis escritos sabe que es un aire de alturas, un aire fuerte. Es preciso estar hecho para ese aire, de lo contrario se corre el peligro no pequeño de resfriarse en él. El hielo está cerca, la soledad es inmensa - más qué tranquilas yacen todas las cosas en la luz! /.../ - La filosofía, tal como yo la he entendido y vivido hasta ahora, es vida voluntaria en el hielo y en las montañas- búsqueda de todo lo problemático y extraño en el existir, de todo lo proscrito hasta ahora por la moral. Una prolongada experiencia, proporcionada por ese caminar en lo prohibido, me ha enseñado a contemplar las causas a partir de las cuales se ha moralizado e idealizado hasta ahora, de un modo muy distinto a como tal vez se desea: se me ha puesto al descubierto la historia oculta de los filósofos, la psicología de sus grandes nombres. ¿Cuánta verdad soporta, cuanta verdad osa un espíritu?, esto se fue convirtiendo cada vez más, para mí, en la auténtica unidad de medida. El error - el creer en el ideal - no es ceguera, el error es cobardía /.../ Toda conquista, todo paso adelante en el conocimiento es consecuencia del valor, de la dureza consigo mismo, de la limpieza consigo mismo/.../ Yo no refuto los ideales, ante ellos, simplemente me pongo los guantes /.../ "Nos lanzamos hacia lo prohibido": bajo este signo vencerá un día mi filosofía, pues hasta ahora lo único que se ha prohibido siempre, por principio, ha sido la verdad.

(Nietzsche, "Ecce Homo", Alianza Editorial, Madrid, 1987, pág. 16·17)

Tú que pasas por aquí y lees, ¿cometes el error de la cobardía? ¿ Te lanzas a las oportunidades o te retiras del combate cuando ves zonas de inestabilidad?

Cartas.


"La vida consiste no en tener buenas cartas, sino en jugar bien las que uno tiene"
Josh Billings.

Pregúntate si lo que haces te lleva a la felicidad. La felicidad es la meta a la que tienes que llegar. Una vez llegues a conseguir la felicidad total, ya estás listo para morir. La vida no tiene otro sentido más que ese. Buscar esa "felicidad", que no existe. ¿Cómo se puede ser feliz si a cada paso que uno da hay una restricción? ¿Cómo se puede ser feliz estando atado por miles de normas absurdas? La felicidad va de la mano de la libertad, ¿acaso existe la libertad? Una vez, me senté al lado de una monja, en un parque, y tras una larga charla sobre la libertad, la felicidad, etc.. me dijo: "Tu libertad termina dónde empieza la del otro". En ese entonces yo tenía quince años y era de esos chavales que se creen que tienen el mundo en sus manos y pueden hacer lo que les de la gana. No comprendí aquello que me dijo la monja, hasta que maduré un poco y lo volví a pensar, y me di cuenta de cuánta razón tenía aquella señora. La libertad de uno termina cuando el otro se planta y dice "NO", te dice que no. Y tu ya no puedes continuar. Entonces, ¿realmente somos libres? ¿realmente llegamos en algún punto de nuestra vida a ser felices? ¿acaso se puede ser feliz en una sociedad llena de estrés, de gente que habla sin pensar y otros pocos que piensan sin hablar?

¿Estás yendo realmente por el camino que te llevará a la casi-felicidad ? Si es que no, cambia tu rumbo, juega tus cartas, juégalas de manera que seas tú el que gane. Juégalas por ti.


Saludos.