. Willkommen. Welcome. Benvingut. Bienvenido.

¿Se puede considerar a la filosofía como un arte?



domingo, 2 de agosto de 2009

La dulzura de Laura.

Ayer estaba bastante ebrio, sentado en un banco de una plaza, cerca de la zona de fiestas, con una amiga, y le pregunté:

-Laura, ¿tú por qué crees que las personas deciden unirse para siempre a otras personas? ¿Por qué lo convencional es casarse y formar una familia y ser fiel a la pareja y etc?

-Porque primero se enamoran, luego empiezan a ser dependientes el uno del otro (el amor se convierte en dependencia) y cuando la vida se vuelve aburrida, deciden tener hijos. La mayoría de las personas no son fieles al cien por cien, yo creo que todo el mundo ha sido o será infiel al menos una vez en la vida, y ya me parece mucha fidelidad.- Me contestó, con tanta seriedad que pensé que ya se le había pasado la borrachera, hasta que sentí sus labios en los míos.

Su lengua recorría cada pliegue de mis labios, con suavidad, con ternura, casi llegué a pensar que con amor. Nuestros labios se volvieron uno, nos volvimos uno. Nuestras lenguas jugaban a quererse abrazar. Mis dedos recorrieron su espalda, de abajo hacia arriba, hasta llegar a su pelo. Ese pelo corto que le daba ese minúsculo aire masculino, que la hacía encantadora. Que la hacía terriblemente atractiva, con su cara de muñeca. Perfecta, con las mejillas sonrojadas, los ojos almendrados, color castaño claro. Sus largas pestañas de las que seguro podría colgarme y morir asfixiado de profundidad, irradiada por sus pupilas.

Mientras me perdía entre las esquinas de su cuello podía notar su ligero aliento en mi oreja, volviéndome loco.

Un par de risas más tarde y después de arrancar y aparcar el coche, estábamos allí. Rodeados de arena... Comiéndonos con los dedos, con los ojos... con la lengua. Su saliva en mi piel, oh, su saliva en mi piel. El sonido de las cremalleras, de los botones, del pelo revolviéndose por el aire, los besos, el sonido del roce de nuestras pieles, una contra otra. Arriba y abajo. Caricias arriba y abajo. Las olas de fondo, meciéndonos. Una, dos, tres vueltas sobre la arena. Su cuello largo, infinito, deseaba que no se acabara nunca.

Abrió la puerta, se bajó del coche, aún tenía arena en el pelo, bajándole por el cuello,... La miré, esperando que digera algo. Me miró, en silencio, vocalizando en silencio me dijo "adiós". Se dió la vuelta y fue hacia el portal. Entonces, me bajé del coche, la rodeé por detrás y la invité a dormir a mi casa. Invitación rechazada. No podía mantenerme la mirada, intenté buscarla, sus ojos se movían de un lado a otro, fijados en el suelo, esquivando los míos.

Quité mis manos de su cintura, la besé en la mejilla y me quedé allí plantado, asegurándome de que entraba en su portal, sin que le pasase nada. Me metí en el coche y golpeé el volante con rabia. Desaparqué. Conduje con rabia, rápido, saltándome los stops. No había nadie en la carretera. Estaba enfadado, enfadado por lo que le había hecho. Lo comprendí todo en ese instante, en el momento en el que sus ojos se rayaban. Imposibles.

Subí a mi piso y me emborraché. Tequila. Tequila con sal. Limón amargo.

Ni el limón más amargo podía arrancar el sabor de su dulzura, la dulzura de Laura.

2 comentarios:

  1. Hoy estoy borracho y te escribo a las 6 am.
    por las mujeres.

    Estas pirado tio.
    nunca has oido dos canciones al tiempo q te enloqcen.

    Este me gusta.
    Ese puto pundo donde no se sabe lo q quieren...
    o si...

    Salut por Siempre.

    ResponderEliminar
  2. Me alegra saber de ti.

    Creo que en el fondo si sabemos lo que quieren, pero no queremos arriesgarnos a dárselo... cuestión de mantenernos seguros, supongo.

    Hoy también estoy borracho. Ya sabes, fiesta en mi casa: una botella de vodka y yo, ¿algún plan mejor para un lunes a las 2am?

    Saludos, espero leerte pronto.

    ResponderEliminar