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¿Se puede considerar a la filosofía como un arte?



jueves, 15 de abril de 2010

Pequeñas dosis.

Estrés...

Al fin, un rayo de luz natural, no de flexo cochambroso, entra a través de las persianas, me penetra a través de los párpados que aún tengo cerrados. Estudiar durante todo el día y salir de fiesta por la noche se han vuelto reglas imprescindibles para la vida del que cree que se le está acabando el chollo. Dentro de poco estaré encerrado en alguna oficina.

A mi lado está la chica que conocí hace una semana. Nos vemos con asiduidad, generalmente cuando la calle ya no es segura para los niños. Aunque ella es una niña. Le queda un año para empezar la universidad. Pero es deliciosa, tiene una mente deliciosa.

Las cosas ya no son lo que eran. Hemos cambiado tanto en tan poco tiempo... Ahora los niños dejan de ser niños con quince años... pero con actitudes de niños... Y no, no se puede beber alcohol, llegar a casa y mearse en la cama. Eso sería una confluencia de dos mundos totalmente distintos y que no tienen nada que ver.

Una rubia, alta y delgada muchacha de ojos claros reposa su cabeza sobre mi pecho, desnudo, mientras fumo un cigarrillo. Totalmente a lo película americana.

Se despertará en cuestión de minutos y yo estaré esperándola en la cocina con una tostadas y unos cafés. Ella se levantará y se pondrá mi camiseta, que le llegará a penas a los muslos. Arrastrará los pies hasta la cocina mientras se frota los ojos y se intenta adecentar el pelo liso que le cae sobre los hombros y que se mueve al ritmo de sus pasos. Y me enredará en los nudos de su cabello que huele a frutas.

Hablará sin parar durante el desayuno y yo la miraré sonriendo. Pero no estaré atento a lo que dice, porque hablará sin pensar sobre cualquier cosa. Y la contemplaré como unta la mantequilla con ese amor con el que lo hace todo. Con esa delicadeza. Con esa manera angelical tan suya.

No, no estoy enamorado.
Quizás... sólo esté encaprichado.

Me siento un poco como Jude Law en Alfie. Cuando conoce a esa chica tan guapa que se va a vivir con él. Ella no vive conmigo, pero... sus padres se pasan los días fuera de casa y no le hacen ni caso. ¿Tener hijos para ésto? Vaya gilipollez.

La cosa es que me entretiene, me mantiene despejado. Me relaja. Sí, definitivamente es una buena amante. Quizás yo sea demasiado mayor para ella, pero... la diversión y los caprichos son así, sin reglas y con muchas... muchas trampas.

3 comentarios:

  1. ¿Y qué pasa cuando caemos?
    ¿Lo has pensado mi querido Bruno?...
    Qué es lo que nos ata a la vida cuando ya el sentido se ha ido a regar otro jardín; cuando la razón nubla los sentidos y no nos deja seguirlos, haciéndonos perder en un campo minado... ¿Ya tienes una bonita imagen? Quédate con ella y deberías atesorarla... Pero no te quedes a que te piquen los mosquitos, porque eso pasa si te quedas mucho tiempo. Y hay venenos que no podemos soportar.

    Extraño hablarte, prometo aparecer más seguido.
    ¿Huir?
    No, tengo muchas cosas por hacer. Tengo un dolor que no me cabe en el cuerpo, pero... De ésta salgo, tal ves no me levante, pero saldré y explotaré todo.
    Que se prepare el mundo... Porque aquí vengo yo.

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  2. No puedes hacer que el sentido de tu vida sea algo que se pueda ir a regar otro jardín, como una persona. Estoy seguro de que el sentido de tu vida, en este momento es una persona en concreto, y qué te voy a decir... ¡ay, la adolescencia!

    Los sentidos no se pueden nublar por la razón, sin embargo, la razón sí se puede nublar por los sentidos. Los sentidos son el verdadero peligro. Si te dejas en sus manos puedes acabar perdido en un montón de niebla, que no te deja ver.

    ¿Seguir los sentidos? No, disfrutar los sentidos, seguir la razón. Separa, a la larga, todo será más sencillo.

    Si el dolor no te cabe en el cuerpo, será porque el dolor te tiene a ti, no tú a él.

    Qué radical. ¡Tiembla mundo, que aquí está Samy!
    Estoy impaciente por ver cómo explotas.
    Estaré atento.

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